Para Zhou cobran importancia las texturas, versadas en punto tricotado y algodones de otros tiempos. Y ello se debe a que el material tiene la particularidad de permitirle interactuar con las prendas gracias a su efecto al tacto. Para ella, pues, las creaciones no son transformaciones de la materia prima, sino una experiencia única en la que el contacto táctil permanente le hace ver al diseño de una forma diferente.
Entra, así, bajo un mismo enfoque en moda la percepción tal cual de la creación y los sentimientos que inspiran al vestirla.
Con el estampado vintage elegido para la ocasión, cuya principal característica versa en la exclusividad del mismo que le confiere a su acento añejo, le ocurre algo parecido. Insiste en la provocación de los sentidos, tal y como lo hace cualquier tipo de expresión artística, haciendo uso del tejido, creando equilibradas mezclas textiles que, con la forma adecuada, no pasan desapercibidas.
Otro elemento integrador son las superposiciones que realiza con prendas clásicas y a las que da un giro. Basadas en estampados bucólicos que evocan el ajuar de la abuela, los actualiza bajo su filtro de romanticismo práctico e imagina así cómo una toquilla de tela rematada en volante, tapa hombros de una manga larga con ribeteado ondulado, para seguir armonía rizada. Y lo hace sin perder de vista el tricotado al cuello que hace las veces de pañuelo.
Todo ello cuenta con un patronaje cuidado y se ve en cada propuesta. En ésta, el corte oversize del pantalón, rematado en igual manera a la mini capa, equilibra el estilismo en su totalidad.
Aquí la capa, que parece una capelina sin capucha, se alarga en círculo hasta la cintura y se ajusta en cuello mao, haciendo de nuevo uso de un mix and match de tejidos que contrastan, no sólo en estampados, sino también en texturas.
De hecho, la bermuda de ganchillo tiene ese aspecto calado que aporta singularidad, que se ve multiplicada con las flores lazadas en tono vino tinto.
En este look pantalón, jugar con el drapeado de tejidos y hacerlo de forma anárquica, viene a ser en textil como modelar una escultura en el arte. Se recrea, pues, en esta función básica de la prenda para adaptarla al gusto propio de la creativa, haciendo, además, que esta la de uniformidad en la aplicación de la técnica, propicie que pueda, dentro de unos límites, diferenciarse de un momento al otro.
Aquí tienen algo de medievales por sus dimensiones, formas y ajuste a brazos con estas cintas cruzadas realizadas con ese ingrediente: hilo trabajado en crochet. Técnica que también emplea para el pañuelo del cabello, tal y como lucían las señoras a finales del XIX y comienzos de XX.
De nuevo superposición de prendas, de nuevo capa, cuerpo y falda. De nuevo el punto, el estampado hogareño y la comodidad de elementos. Todo eso de nuevo. Pero, para el montaje, se equilibra diferente. Los cortes asimétricos guardan paralelismos entre sí, por tanto, simetrías, acompasando capa y falda, dejando que la nota discordante sea el cuerpo de tallaje amplio y manga fruncida. Pero maxi larga, de las que parece cuajen bolsillo de bolas tintadas en neutro y que se incluye como pieza complementaria para dar sentido a este todo en moda. Porque los detalles importan. Y mucho.
Pocas costuras rectas se pueden encontrar en esta colección Zhou de Momo Studio. La perfección del círculo parece ser la que acapara cada diseño. De hecho, vuelve a hacer uso de él para imaginar un dos piezas de falda y corpiño lazado a la espalda.
Aquí, el hilo tintado de uva roja vuelve a florecer para salpicar el tejido y embellecer escote, uniéndose con el exorno del cabello. El uso de la desestructuración en mangas quizás tenga aquí el máximo exponente de toda la colección.
De nuevo, ausencia de su origen en sisa, cayendo la manga sobre antebrazo y alargándose más allá de la punta de los dedos, en ese oversize recurrente de Momo Studio en sus creaciones.
El pañuelo, junto bolsitos calados y pinzas de pelo, son los complementos estrella de la colección. El pañuelo lo imagina de manera clásica atado bajo la barbilla, pero se redimensiona y conforma a medio camino entre abrigo y adorno, recordando, en cierta manera, a las cobijadas de Véjer. Puede considerarse como un pequeño homenaje a la mujer empoderada de entonces.
El patchwork que se ha visto a lo largo de las diferentes propuestas de Zhou, aquí se duplica, se apodera, también, de la pieza y se mimetiza con el vestido de punto en blanco roto. Las mangas, por supuesto, de largo extra y con las aplicaciones que representan el hilo conductor en toda la colección.
Su espíritu creativo, el de Violeta, va más allá del concepto moda, adentrándose en otros campos de la expresión artística con las herramientas propias de la moda. Así consigue la diseñadora que cada prenda posea atribuciones extras a la mera función del vestir. La combinación de volúmenes inusuales, largos atípicos, la influencia del arte y su sensibilidad artística, propician que así sea. Hacen que Momo Studio sea lo que es y será.