El que debía ser el traje con el que pisara el martes o el miércoles la Feria tuvo que esperar hasta el viernes para pasearse, pues, para quienes lo saben y quienes no, el Real estuvo impracticable al comienzo de semana, resultaba casi mejor colocarse unas katiuskas y una gabardina que los tacones y el traje de flamenca. Este abril del 2016 no es de ésos que pasarán a la historia por su buen tiempo, más bien serán de los que nos harán congratularnos cuando nos asemos a temperaturas de punto de ebullición, pues casi se prefiere más calorcito y menos nubes negras.
A pesar de los pesares, hizo tiempo de Feria pero más bien versión invierno, pues este año, más que otros, se deseaba manga larga, a ser posible hasta la muñeca, y si en vez de escotes a la espalda y al pecho podía ser de cuello caja o barco, mejor que mejor. Aún recuerdo esa estampa a la vuelta a casa al cruzarme con trajes de flamenca tapados con mantas de sofá de esas de cuadritos o lisas. Se me viene a la memoria el desfile de Rocío Peralta en We Love Flamenco con sus trajes de lunares cubiertos de pieles de vaca que, tras pasar la Feria de Abril, se ha convertido en un vaticinio de lo que nos esperaba.
Bueno, pues para llevar la contraria a los elementos y a todo lo que atañe a tan especial semana sevillana, que hacía frío y tocaba manguita larga, nada, de eso nada, yo manguita corta pero de doble volante de capa que acariciaba más bien de lejos el codo y que, con la brisa, se abría y levantaba; que resultaba más adecuado ir tapada hasta el cuello, pues no, yo a lo clásico, con escotes delante y detrás en pico, como aconseja la costumbre; que el día estaba gris y con poca luz, no me hacía falta el Sol, ya lo llevaba yo puesto con rojos y naranjas sobre fondo blanco, con el permiso de algún tono frío.
Y os preguntaréis que por qué, que por qué esa rebeldía. La respuesta es fácil. No es más que la consecuencia de mi affaire inmediato al verlo en el desfile de Ángeles Copete en la pasarela de moda flamenca Wappíssima, vamos, un capricho de los que no se te quitan de la cabeza. Forma parte de la colección cápsula que ha lanzado tras la que ya presentara a comienzos de año en We Love Flamenco y a la que bautizó ‘Mi dulce alegría’.
Esta segunda colección de temporada está enfocada no sólo a ferias sino también a romerías, por lo que los vestidos son más sencillos, ligeros, cómodos y, sobre todo, frescos. Mis ojos quedaron presos del estampado étnico que reinaban en dos de sus trajes, uno vestido y el otro un dos piezas de camisa blanca con capa que decoraba el contorno del cuello y que hacía las veces de mangas al pasar por los hombros; ambos me resultaron tentadores y en consonancia con una flamenca más clásica, de las atemporales sin fecha de caducidad.
El elegido de la colección de Ángeles Copete, fue el vestido de flamenca de estampado étnico con talle bajo, vuelo canastero rematado con volante y mangas cortas, de capa, a las que me costó trabajo dominar durante la sesión de fotos por culpa del viento. El estampado en tonos fuertes invitaban a tonos oro y a seguir la línea de intensidad de color, por lo que los complementos fueron en consonancia aunque no del todo.
Complementos para vestido flamenca estampado étnico de Ángeles Copete
Sí, no fueron del todo acordes por aquello de evitar lo obvio, el oro metalizado que tanto se lleva ahora en cualquier ámbito de la moda. Así que si evitaba esa tonalidad, la que reforzaba el look, las alternativas pasaban por el plata ó el juego de colores que combinara con el traje. Fue la segunda opción por la que me decanté, de ahí que los pendientes los eligiera en tonos fríos, en forma de abanico semiabierto que colgaba de una ristra de cristales en tonos azul aguamarina. En el ensanche del pendiente se adivinaba la inspiración de la colección otomana, permanente en la firma Artepeinas, donde predominaban los tonos fríos, como el morado, con pinceladas de rojos y azules para bajar la fuerza del traje de flamenca.
Al igual hice con las flores de Carmen Sánchez, en las que una rosa de terciopelo semiabierta competía con hortensias preservadas en azul índigo con ese aspecto también de tacto suave, lindando con un trío en albero y anaranjado, dispuestas todas en forma de ramillete abierto sin llegar a ser corona, para colocarlas a un lado de la cabeza, abrigando a uno de los pendientes para conseguir el contraste de pigmentos.
Al otro lado de la cabeza un par de angelotes en peinas de claro carácter barroco, piezas más grandes y de presencia contundente si las comparamos con las que lucí de la firma en la anterior Feria de Abril. Las de este año se rematan a modo de piquillos bordados en oro parco rodeando al fondo buganvilla y que le da ese aire sevillano arraigo, fundiendo tradiciones y costumbres de primavera ideadas, al igual que los pendientes, por Artepeinas.
Salpicado en el peinado me coloqué, por aquello de evitar que se perdieran entre las flores y las peinas, los nuevos peinecillos de Charo Padilla que ha creado para esta temporada con madroños de hilo de diferentes tonos.
Direcciones de interes:
Angeles Copete (cita previa): 656 834 845
Carmen Sánchez (punto de venta): Martín López, nº 16, Carmona, Sevilla
Artepeinas (punto de venta): c/ Parras, 4B, Sevilla
Charo Padilla: Facebook