Es curioso descubrir que las inspiraciones de los diseñadores tienen mucho más que ver con ellos de lo que parece. A veces puede resultar una mera fuente de ideas, otras la relación es mucho más estrecha, tanto que se enreda con su propia personalidad. Por eso, documentarte sobre aquello que les inspira te lleva mucho más lejos. Te tiende la mano para conocer más y mejor sobre el creativo, además de enriquecer tus conocimientos, obviamente.
Justo es así como me he encontrado mientras preparaba este artículo sobre Vallillas, firma a la que sigo desde sus comienzos y que este verano me ha llevado a ahondar en la vida de Sorolla y sus cuadros. Pues bien, mientras buscaba información sobre este maestro de la pintura, advertí la existencia de diversos paralelismos entre la diseñadora y el artista.
Ambos poseen un fuerte ingrediente llamado familia que les lleva a la necesidad de reunirla en torno a ellos. Sorolla utiliza su jardín, el cual ejerce una doble función, la del disfrute junto a Clotilde y sus hijas, y la de refugio favorito del pintor para dar vida a sus obras. Vallillas usa a Vallillas, y permitidme esta redundancia, pues utiliza su creatividad, sus proyectos, sus desfiles, en fin, lo que es Vallillas, para congregar a Natalia y Curro quienes, en cierta manera, también dejan un poquito de ellos en cada uno de los diseños, formando así parte de las puntadas de Carmen, como lo hicieran Clotilde y sus hijas en las pinceladas de Sorolla.
Pero no es éste el único paralelismo que he encontrado, aunque sí el que más me ha llamado la atención, ya que también concuerdan en la búsqueda de su satisfacción personal desarrollando aquello que más les gusta y les llena, siendo dueños de sus propios destinos en estos lares. Por ejemplo, Sorolla mientras pintaba ‘Visión de España’ realizó una serie inspirada en los jardines que conoció durante esta ruta, pero lo hizo para él, sin intención de venta posterior, como de hecho ocurrió. Vallillas no tiene prisa por destacar en este sector de la moda, simplemente se preocupa de crear y cuidar cada detalle procurando ser fiel a sí misma, no a objetivos comerciales. Lo que no advierte es que está sobresaliendo más de lo que imagina precisamente por no encorsetarse en ciertas directrices.
Una tercera similitud la he hallado en la vitalidad innata de ambos. El gusto por la luz y el color de Sorolla en sus cuadros de pincelada suelta, casi acuarela, son el espejo de la viveza que desprenden los diseños de Vallillas. En ellos una equilibrada mezcla de colores protagonizan, con armonía, el estilismo sobrio del que hace uso, muy en consonancia con el de Balenciaga y que puede palparse, claramente, en cada una de sus chaquetas, prenda imprescindible de Vallillas en sus colecciones. Si no conoces como las encaja en hombros, entonces no sabes qué ni quién es realmente esta firma, pues para comprender su manera de hacer moda es obligado haberse codeado con algunas de ellas.
Colección Reflejos de Vallillas
De toda esta serie pictórica que Sorolla realizó por encargo para la Hispanic Society de Nueva York, Vallillas se deja embaucar por cuadros ambientados en arena y sal, dos en los que la guitarra española y el baile son protagonistas. Y uno muy especial por la historia que le precede, pues puede que ése sea el atractivo que sedujo a la diseñadora para inspirarse en él.
El desfile comenzaba con ‘El baile’, procurando que éstas y las siguientes modelos posaran acordes fueron pintadas. Así, se convirtió en una muestra estética que homenajeaba al pintor y a éstos cuadros a través de diseños textiles. Los primeros son dos vestidos en un naranja intenso, con vuelos de caída dulce y escotes cuadrados.
Tras éstos, dos propuestas contemplaban a ‘Los guitarristas’, atentas, sin perderse un acorde, y con abanico en mano. Una llevaba vestido con capa desde hombros, la otra chaqueta de manga corta y cuello mao con solapa que combina con faldita corta que se estampa, como el vestido, y se mezcla con mandarina.
La calidez de estos diseños contrastaban con la suavidad en azul semitransparente que dibujaba, justo a la altura de la cintura, ‘El Balandrito’ que aquí se tornó en bolsillos. El largo midi, la pureza de líneas y el tejido elegido resultaron perfectos para representar esas aguas cristalinas de un mar en calma, como es el Mediterráneo, que baña las playas que pintaba en Sorolla. Ésas por las que entonces, y ahora, se paseaban con canastos y cestos de fibra natural trenzada, ésos que han vuelto este verano y con fuerza.
Ataviada así pintó Sorolla a su ‘Vendedora de Pescado’, para la que también ha diseñado Vallillas en esta colección. La cesta tintada en plata muy bonita, pero la vista, por más que quisiera que se fijara en otro lado, se me iba a la chaqueta. La mires por delante, la mires por detrás, es un frac de caballero pero al revés. Ni siquiera tiene botón; es un mero corchete el que une los lados y consigue entallarlo realzando la cintura. Vallillas no se queda ahí, perfecciona este estilismo con unos pantalones rectos, no demasiado anchos, de largo midi… ¡¡Me declaro fan incondicional de esta chaqueta y de estos pantalones!!
Así pues, el deleite chaquetil no había hecho más que empezar. Y si no, mirad la propuesta para ‘Clotilde’, a la que viste con una manguita francesa con un largo de unos pocos centímetros por debajo de la cintura, compitiendo en glamour con la falda de seda en tres tonalidades diferentes. También con sendos largos distintos que jugaban al despiste, según si la veías de frente o de espaldas.
Y todo sucedía bajo la atenta mirada de dos señoras en su ‘Paseo a orillas del mar’, vestidas de largo, una de blanco y la otra mezclando rectángulos estampados para un sin mangas, que al igual que el nacarado, dejaba ver la espalda al completo. ¿A qué se te antojan estos vestidos para cualquier ocasión veraniega? Son muy propios de las llamadas ‘colecciones crucero’, estas que presentan ciertas firmas y que quedan a medio camino entre la invernal y la veraniega. Hace un par de días hemos tenido en Ibiza la primera pasarela de nuestro país dedicada a este tipo de propuestas.
Pero no sólo ellas disfrutaban con la vista, cerca, muy cerca, ‘Bajo el toldo’, se encontraban otros ojos observadores ataviados con divertidas chaquetas de estilos diferentes. Una básica de armario, cruzada, de solapa y ajustada con la lazada.
La otra más sencilla, pero no menos elegante, de cuello mao y manga francesa encajando el estampado correctísimamente para señalar dónde se estrecha el talle.
Para cerrar este desfile se reservó, quizás, el cuadro con la historia más romántica, ‘Desnudo de mujer’. Aquí Vallillas la viste con las sábanas rosas sobre las que posa. Pero rebobino un poquito y te cuento la historia que te prometí al principio. Todo comienza en un viaje de Sorolla a Londres donde pudo ver el cuadro de Velázquez ‘La Venus del espejo’. Quedó prendado del trasero de la dama y se encaprichó de tener su propia Venus. Algunas lenguas dicen que Sorolla era mujeriego, pero sería a su mujer, Clotilde, de la que estuvo toda su vida enamorado, a quien le propusiera posar para este cuadro tras una intensa noche de amor. Su esposa accedió, pero puso una condición, hacerlo de espaldas al público para que nadie la reconociera, posando postrada sobre la cama del matrimonio mientras su piel se acariciaba por esas sábanas en color rosa… ¡¡¡Ay, alma de cántaro!!! Que con el tiempo todo se sabe.
Vallillas interpreta este cuadro en satén de seda, que le aporta cuerpo al vuelo que nace en la cintura, y lo combina con una falda de encaje de las que besan el suelo. Haciendo de éste un final dulce para uno de los desfiles donde más he disfrutado esta temporada. Ya os digo que fue el más aclamado de la tarde en la Pasarela Sherry Fashion Week.
La puesta en escena, a través de la moda, de cada uno de las obras de Sorolla que han guiado los bocetos de Vallillas, le aportó dinamismo, frescura y vitalidad a cada una de las prendas que desfilaron. Tanta como la que rebosa Carmen, que salió a saludar tras el carrusel, acompañada de ‘su Sorolla’ al que atavió con una de sus camisas de caballero, de cuello mao, y que se han convertido en otro básico de la firma.
Os dejo imagen de su creadora, que plasma, perfectamente, el entusiasmo y el cariño que invierte en cada una de sus creaciones y en su manera de hacer moda. ¡¡¡Gracias por este buen sabor de boca, preludio de lo que aún está por llegar!!!
Ahh, y si tenéis más ganas de Sorolla, hasta el 15 de octubre de este año, podéis visitar ‘Sorolla, un jardín para pintar’ en Caixa Forum en Sevilla, donde podréis ver esa colección de vergeles que pintó para él.