De ahí su facilidad para pasar de uno a otro constantemente. Lo que hace que sea, del todo irresistible, no buscar aires flamencos en sus creaciones para novia; y hacer lo propio con la moda en sus flamencas. Esta característica la enriquece y le permite aportar a cada sector gracias a su visión en 360 grados, que le da ese empuje innovador y distintivo. Por lo que, afirmar que emplea con destreza todo aquello que domina, dando lugar a cócteles asombrosos, no es más que expresar una evidencia. La cual nos lleva a otra, afirmando así que es poco es lo que queda fuera de su alcance.
Hablo de Inma Castrejón, de su manera de hacer novias y de su paso por la última edición de la Pasarela SIQ, Costura Andaluza, celebrada en la Plaza de España tan sólo unas semanas antes que el desfile de Dior.
Centrémonos, pues, en las novias de su nueva colección. Las que nos trajera a pasarela como propuesta para esta temporada. Para ellas, Inma Castrejón se recrea en otra de sus principales características: el preciocismo, o lo que viene a ser el gusto por el detalle. Que no debe confundirse con esa tendencia barroquista/ochentera de recargar un estilismo. Aquí se trata de añadir sin exceso, escogiendo los ingredientes precisos y en su justa medida para realzar ciertos puntos. Pretende así no distraer de lo que es el resultado final del diseño y aportar dulzura, romanticismo y coquetería de forma suave, sin brusquedades.
Entre sus creaciones para dar el ‘Sí, quiero’ se encuentran tanto trajes sastre como novias de silueta sirena, preferentemente, y con algo de cola, pero de las pequeñitas, tipo barrida, de corte y puede que alguna de capilla, sin olvidar la Watteau que pudimos ver entre los primeros diseños.
Para los trajes sastre, tendencia impuesta por la pandemia para bodas civiles, Inma Castrejón imagina novias con puntas facetadas bordeando solapas y bajos de largo capri. O chaquetas de corte torero para palazzos sencillos, donde la pasamanería y los bordados acaparan miradas, con permiso de los flecos en mangas.
A ellos se unen las transparencias o naked dress, tendencia en novias, con las que tiene una estrecha relación desde sus inicios en moda. Y con las que nunca deja de sorprender por su particular forma de emplearlas, ya sean con o sin bordados. Para ella no son novedad, pues forman parte, habitualmente, de sus colecciones en todas sus líneas creativas.
Al hilo de este tipo de tejidos… ¡Qué sí, qué sí! Que de novia religiosa no me valen, que tendría que funcionar como sobre vestido y no como traje de novia a cuerpo. Pero, es tan contundente la dificultad que implican y la atemporalidad que poseen, que es indiscutible la belleza de este tipo de diseños.
Recientemente hemos visto a JLO en un diseño en negro con zonas amplias transparentes firmado por Tom Ford, quien fuera creativo en Gucci en los 90 y, posteriormente, de Yves Sant Laurent. La labor de patronaje es indudable, pero, recuerda, que el trabajo se realiza con tejidos lisos hace menos complicado alcanzar este resultado minimalista. Aquí, en los diseños de Inma Castrejón, sin embargo, estás ante un trabajo de pequeño taller artesano, del clásico donde las horas para montar un diseño como éste no se miran, ni se cuentan, pues no compensarían. La colocación estratégica del dibujo del tejido, e incluso de las plumas, para conseguir ese efecto de piel tatuada, de vestir y no parecerlo, al mismo tiempo, sólo está al alcance de unos pocos, con más o menos fama en el sector. Entre ellos, ella.
Habilidad a la que saca todo su jugo, marcando el vuelo al bies con símil a carrucha o volantito, según se quiera interpretar, lazando en una organza de seda a lo maxi el cuello y emplumando hombros y antebrazos, que se conjugan en capa, por cierto. Todo ello puede y debe, bajo la aguja de Inma Castrejón, combinarse en un solo estilismo para novias de largo princesa. Siendo una de sus creaciones más cautivadoras y atractivas de su reciente colección, gracias al deleite que propicia su refinando costureo.
Y que continúa en otras transparencias de las que dibujan la piel con flores y aplicaciones bordadas y facetadas que, al llegar a los hombros, se perfilan en cuellos mao y se agarran con sus queridos flecos y borlones. Esos que hace acompañar a la abertura de vuelos y al movimiento oscilante que producen al caminar.
Dejando a un lado las transparencias y en esa misma línea de abertura interminable en falda, imagina en un guipur de bordados amplios, el sobrevestido que se postula sobre satén. Lo que reserva el talle para el cordoncillo colocado en espiral, o a lo Jean Paul Gaultier para Madonna. A lo que se suma el característico borlón de esta colección, que se ondula sosegadamente a cada paso que da ese escote corazón propio de novias.
Pieza decorativa que desaparece en este otro diseño de corte medieval. Uno de los pocos que no tendrá ese detalle que da uniformidad a la colección. Así, para este singular palabra de honor, más bien escote corazón, las mangas largas cubren hombros apoyadas en un corsé que se borda de hojas en hilo al tono, con esos destellos de plata de las lentejuelas. Y que se frenan justo al comienzo del vuelo de capa de la falda, cuya cola de seda deja ese halo romántico y principesco tras de sí.
Para este traje de novia escoge plumas. Ni flecos, ni borlones. Y lo hace sacándolas de su zona de confort, como puedan ser exornando cuellos, hombros o, incluso cintura, para llevarlas al bajo del largo del vestido y así, justo, acariciar el suelo. Pero no será, a pesar de la sencillez de este vestido de novia, el único lugar que escoge destacar. Por eso, los hombros algo ochenteros se motean de piedras facetadas y se flecan, coquetamente, en brillo. Dejando como eje central de todo el diseño a la espalda a la vista, que añade belleza a la cola tipo capilla.
Tras él, aún quedaba un último diseño para terminar su paso por la SIQ. Y, de nuevo, con uno de sus escotes favoritos, el corazón. También tintado en blanco novia, repite su fiel abertura interminable. Sin olvidar su novedad en colección, sus borlones, que incorpora aquí en la capa abrigo translúcida. Se conforma así un traje de novia de dos piezas, vestido y abrigo de seda, flecado también, por supuesto, evocando a ese glamour vintage de los años 20 que tanto nos gusta.
Además de sus vestidos de novia, Inma Castrejón incluyó para su desfile una creación para invitada en uno de esos tonos llamados ahora vitamina. Es un diseño de corte clásico que se perfila en vestido de noche o para invitada de boda de tarde, pues ya sabes que, por protocolo, si la boda de es de mañana el largo no debe ir más allá de las rodillas. Sólo en la tarde noche se pueden lucir largos hasta los tobillos. Creado con escote ilusión y manga larga, el vuelo no defrauda tanto por su abertura lateral, como por la ligereza del tejido, propia de aquellos que tienen caída dulce.
Una pequeña colección joya en la que se imaginan novias únicas, cuyo proceso de realización mezcla esa elaboración artesanal, propia de un equipo de trabajo pequeño, con la amplitud de técnicas y conocimientos, correspondientes al nivel de complejidad de casas de alta costura. Y todo bajo la mirada y el buen hacer de Inma Castrejón, que conlleva esas distintas visiones de moda, novias y flamenca que aglutina en una sola, la suya. Creando novias con acento flamenco comedido, sin pasarse, haciendo uso para esta colección de los flecos, esos que si los agrupas en puñaditos y atas obtienes borlones.