
La nueva colección de trajes de flamenca artesanos de Atelier Rima es una de las mejores colecciones que se han presentado en pasarela. ¿Quieres saber por qué?
Toda una vida para esta colección. Y entiéndase la palabra colección escrita en mayúsculas por la importancia que tiene respecto a las anteriores. Por ser, no sólo la más reciente, sino la que nos cuenta su trayectoria, sus distintos momentos personales asociados a los profesionales. Por ser la que imaginó que sería, y ahora es, su colección para exponer.
La predilección de Atelier Rima por la artesanía y las labores son las responsables de sus diseños para este 2022, en los que ha transformado ella misma los tejidos, utilizando diversas técnicas de costura realzando, más que nunca, el acento artesano que desprenden sus prendas.
Y todo hecho a ratitos, poco a poco, a lo largo de estos años, un buen puñado de ellos, por cierto, para que justo ahora les dé forma de trajes de flamenca lituanos o trajes lituanos de flamenca. Es así tal y como ha querido que sean y se expresen, dado que su ‘corazón partío’ no le deja que sea de otra manera. De ahí que este ramillete de vuelos canasteros reciban el nombre de ‘Simbiosis’, fiel reflejo de esa dualidad que Rima posee y que sólo pertenece a los aventureros, que tienen la capacidad de sentirse del lugar que habitan y aquel que les vio nacer. Su origen lituano y su adopción española, en concreto onubense y almonteña, le definen como persona y le propician esa creatividad tan singular que imprime en sus trajes de flamenca.
Esta temporada, su línea creativa, de carácter dulce, etéreo y un tanto vintage, escoge tonos tierras y blanco, propios del estilo letón, al que le da pinceladas de rojo para aflamencarlo. Y todo, como de costumbre, en uno de sus tejidos favoritos, el lino, al cual considera que tiene alma, junto a otros como el algodón y el satén de seda.
El desfile se abría con un dos piezas de vuelo canastero y museta hasta la mitad de caderas. Para la blusa, el trabajo de bordado está patente, con un motivo central que se remata en puños de volantes con cuerpo, dúctiles y elegantes gracias al lino. Fibra natural cuyo tono casa bien y contrasta con el estampado del vuelo, generoso, por cierto, y en el que los volantitos menudos que guardan la gama cromática, señalan el principio y final de cada pieza canastera.
Los tonos ocres y tierra que se emplean, se iluminan con el contraste del blanco. Como puede verse en el bordado de la pieza central de la siguiente falda, que se repite en camisa y chalequillo sin mangas.
Este estilo de blusa es el que apreciaremos en toda la colección, en la que las mangas evocan a unas que viera Rima en el cuadro de cierto pintor francés mientras bocetaba sus diseños. Por tanto, este elemento común en sus propuestas se añade a esa riqueza que propicia la artesanía, con el uso de técnicas antiguas de bordados y calados a base de cortadillo, tal y como se realiza en Alosno, lo cual les da carácter especial a los tejidos.
Pero no sólo mima los cuerpos, también cuida las faldas, donde los vuelos de volantes protagonizan enaguas a la vista, que se abrazan por otros tantos plagados de estampados y lunares, en estilismos flamencos de esos que hipnotizan.
Volviendo a la gama cromática, aunque ya sabemos que los tierra y el blanco son los tonos dominantes, introduce pinceladas del rojo en algunos de estos looks rocieros, que viene también a simbolizar ese ‘corazón partío’ de Rima donde confluyen sentimientos onubenses y lituanos. En este tono, idea una blusa flamenca con tejidos trabajados desde cero, a mano por ella misma, característica principal de ‘Simbiosis’. Y que combina con enaguas en carmín, cubiertas de un delicioso canastero de lunares, cuyas franjas enrejadas a mano, dejan que asome este tono cálido, dotando de singularidad a este estilismo flamenco.
Siguiendo con los lunares, hace uso del moteado en oro sobre lino, un tejido exclusivo de la firma, para recrear una pieza completa en la que el vuelo sube el talle hasta la mitad de las caderas, tal y como se estilaba en los 80, para volver a jugar al escondite con esta sobrefalda, dejando entrever el tul rojizo por esos huequitos de los encajes de bolillos y del ganchillo, que hacen diferente a este canastero y cuyas flores de croché del escote llevan, además, ámbar.
En tono grisáceo combinado con rojo, ha diseñado un dos piezas con aplicaciones de encajes de bolillos inglés al tono que enmarcan, en el escote en uve, flores multicolores y en el que resaltan las enaguas de lunares, ideadas en gasa de seda semitransparente.
Las mangas se alargan tres cuartos y se ablusan en puños, rematados con volantitos coquetos en el volumen adecuado, en un equilibrio perfecto en este estilismo sencillo, cuyo vuelo desde la cintura evoca al estilo setentero.
Pero la joya de la colección, al menos para mí, es este blanco impoluto, naif, hippie chic e ibicenco que nada entre dos aguas, entre la moda y la flamenca romera, para el deleite de quien no quiera renunciar a él durante el resto de la temporada.
Se conjugan aquí distintas técnicas, de manera que es difícil que no atrape miradas para recorrer, una y otra vez, este diseño, escudriñando cada puntada. Como las del detalle en lazada de lunar rojo que encuentras en una manga, a la altura del hombro, y también en el vuelo, en el lado contrario, recogiendo volantitos. Es un sencillo aporte que redunda en ese preciocismo que rige en todos y cada uno de los diseños.
Croché y flores bordadas en trajes de flamenca artesanos de Atelier Rima
También se introduce, con mayor presencia que en otros diseños, el croché en esa versión clásica de dibujo de tapete como los que encontraban en casa de tu abuela. Rima los rescata y actualiza, para recrear el cuerpo de este estilismo flamenco. Destacando así el talle, con esa perfecta geometría en el dibujo, embellecido con mangas textiles bordadas al tono con motivos vegetales.
Un barroquismo de detalles que se suavizan por la elección del blanco como tono unificador, propiciando todo tipo de juegos con diversos elementos textiles que hermosean este traje de flamenca blanco.
En la misma línea, pero optando por el color para el estampado, se sitúa este otro diseño con ese denominador común presente en toda la colección, el tejido, trabajado a mano con aplicaciones bordadas, calados y estampados de flores a punto de cruz, revalorizándolo y conviertiéndolo no sólo en único, sino en un producto de lujo.
Aquí el canastero se dibuja con dos primeras piezas rizadas al aire, en las que la silueta del dibujo te deja perpleja y te lleva a poner atención en otros pormenores que cuajan la costura de unión entre piezas. Como es, por ejemplo, la decoración lineal multicolor, los volantitos menudos y el encaje. Una exquisita selección que acentúan su carácter artesano. Las mangas vuelven a ser francesas, o largas recogidas al codo, para este estilismo flamenco.
El cual dio paso a una sorprendente pieza sin mangas, cuajada de flores de raso plantadas a mano, acompañada de vestido de flamenca que resulta ser una buena muestra de cómo puede girar el estilismo flamenco en torno a un chaleco sin mangas. De ahí este canastero en blanco, minimalista, para lo que nos tiene acostumbrados la diseñadora, basado en estampación lineal y al tono, consiguiendo dar uniformidad y sensación de sencillez, aunque, mirando de cerca, ya sabes que no es tan así, pues no sería un ‘atelier rima’. El caso es que la diseñadora consigue centrar la atención en el chaleco floral, sin perder ni reducir su protagonismo. Por tanto, el traje de flamenca canastero es el que es para resalte aún más, si cabe, el chaleco de flores.
Para cerrar una colección única como ésta, a la que, me consta, se siente muy unida, Atelier Rima optó por el rojo intenso, el tono flamenco por excelencia, y del cual ha ido dando pinceladas en anteriores diseños, dejando que aquí abarque tanto traje de flamenca como capa. Para el talle, vuelve a seleccionar flores en rojo, que coloca en el bajo, escote y brazos, redundando en esa fuerza y poder que irradia este color.
Pero la sorpresa queda a la espalda, en esa capa que nace de la costura en hombros y que cobija a la Virgen del Rocío bordada en hilo de plata y oro, haciendo de este diseño un pequeño gran homenaje al lugar por el que también siente pertenencia. Al que le une desde hace tantos años y que le descubriera, entonces, la moda flamenca al verla pasar ante sus ojos. Sin olvidar Lituania, país donde su mirada azul de aires flamencos, que seguro ya entonces anhelaban volantes, vieron por primera vez la luz y al que añora y siempre tiene presente.
Esta es su ‘Simbiosis’, su colección, su mayor y mejor expresión textil de lo que es, siente y admira, de su costureo lituano flamenco que tanto nos aporta desde que un buen día decidiera hacer flamenca. Porque sus ojos miran de otra manera e interpretan el costureo flamenco sin perder de vista las normas de cómo debe ser un traje de flamenca porque su concepto sobre el traje de flamenca es y debe ser tenido en cuenta por ser enriquecimiento de una moda surgida de la tradición que, cada día, se vuelve más internacional.
Su destreza y su especial visión flamenca propician diseños extraordinarios, una flamenca al estilo letón, como la propia diseñadora nos dice, a los que, en esta ocasión más que nunca, se les puede adjudicar el adjetivo de joya u obra de arte, dado el minucioso proceso de elaboración en el que incluso la materia prima, el tejido, ha sufrido transformaciones antes de pasar por la etapa de patronaje.
Encajes de bolillos ingleses, punto de cruz, bordados a cinta, entredós, labores de Alosno, croché y algo más que seguro que olvido, son los elementos y técnicas de costura que Atelier Rima ha utilizado para engrandecer y llevar a otro nivel al traje de flamenca, haciendo hincapié en ese aspecto artesano que caracteriza al sector de la moda flamenca y que tan bien maneja. Pudiendo asegurar, por tanto, que su colección Simbiosis no sólo es única e irrepetible, sino una de las mejores que han visto y verán mis ojos.