Nunca imaginé que me vestiría de verde en una Feria de Abril ni tampoco con un estampado en tonos tan subidos. He aquí una demostración de cómo nunca debemos negarnos a probarnos nada. Una cosa es verlo colgado y otra muy diferente puesto.
A priori los estampados florales, sobre todo los grandes, te aportan volumen visual y los colores subidos no ayudan a contrarrestarlo. Así, que cualquier mollita, también llamada michelín, resalta más a la vista de los demás.
Flores grandes, diseminadas, en tonos como el verde ácido, el azul índigo, el violeta suave y hasta pequeños detalles en los cálidos naranja y amarillo, presentaban este estilismo flamenco color block algo difícil pero no imposible. Ya sabemos que la moda flamenca sufre variaciones con las tendencias y que, cada vez más, recibe influencias directas de la moda. Este color block o color blocking al que me he referido líneas atrás, no es más que la manera de denominar a la combinación de colores contundentes para un mismo look. Esta tendencia ha vuelto esta temporada y se ha dejado sentir en flamenca.
De hecho, hemos visto en otras colecciones este efecto tonal. Por ejemplo, la combinación de naranja y morado ha sido una de las tendencias de mezcla de color en esta temporada flamenca. Y María José Segura ha acatado esta línea unificándola en un solo tejido y en un estampado básico flamenco como son las rosas. Ha optado por la desmesura en el tamaño de éstas y por un cóctel de tonos que acentúa la belleza de este tipo de flor.
Y lo mejor es que no ha limitado el estampado, no lo ha parcelado sino que lo ha dejado correr por todo el talle, abarcando hasta los mini volantes en las muñecas, cuya comodidad, por cierto, ha de resaltarse, pues no necesité que me pasaran nada en la mesa ese jueves de Feria de Abril 2017. El riesgo de manchas era mínimo. ¡¡¡Gracias María José Segura!!
Este reparto de flores llegaba hasta el suelo, estampaba un traje de flamenca de silueta ajustada que se abría en evasé poco después de las caderas. Es uno de mis cortes favoritos en flamenca, pues estiliza la figura, aporta comodidad en movimiento, evitando andar como ‘las muñecas de Famosa’, y facilita la visita al baño. Esto último es una referencia explícita a su lado práctico. Todo ventajas.
En cuanto a la vitalidad de tonos, el uso del azul eléctrico para las enaguas le venía perfeco pues, aunque pueda parecer que resultaba estridente, simplemente quedaba como un detalle más que mejoraba al traje de flamenca, cuyo vuelo doble de volantes se fruncía tableado, ayudándole a dar cuerpo a un tejido de satén de seda con caída dulce.
Para este traje las dificultades estaban en cómo combinarlo, pues optar por continuar el estampado en mantoncillo no sólo era una opción que no contemplaba sino que lo desterré del estilismo, ya que siendo un escote barco lo mejor es jugar con otros complementos y no añadir más. Se trata de complementar con sencillez para suavizar el estampado.
Tenía muy claro cómo serían estos complementos, o al menos que idea le compensaba mejor. Y fijaros, he escrito ‘compensaba’, pues lo complicado aquí no es combinar, que lo es, sino compensar la fuerza y el carácter de este traje para evitar padecer de exceso de exorno.
Así, con estas condiciones, y a modo de flashback, recordé unos aretes pertenecientes a la última colección de Talhara Complementos que desfilaron en la Pasarela Flamenca Jerez Tio Pepe 2017. ¡¡Eran perfectos!! Aunaban los tonos principales del traje, el verde flúor y el azul eléctrico, sobre una base de metal, clave para minorar la conquista que hace a la vista este traje de flamenca de María José Segura.
Así, sobre estos aretes con forma clásica, reposaba una pieza facetada en verde enmarcada por soutache y pequeños cristalitos que aportaban glamour al pendiente. Este abalorio plano y circular servía de nexo de unión con una gota de mayor tamaño, también biselada para multiplicar sus caras y potenciar el brillo, que se asemejaba con al que asía el pendiente a la oreja. Así propiciaba el pendular al caminar, quedando a medio camino entre los platitos flamencos de toda la vida y los largos que acarician escote, y que tanto se ven de un tiempo a esta parte.
Y éstos, además, a juego con un peinecillo, uno solo, de un tamaño considerable, semejante al de una pequeña coronita, cuyo protagonismo se centraba en el lado opuesto al de las flores. Siendo, por cierto, elaborado para este estilismo de manera exclusiva y excepcional por Talhara Complementos. ¡¡Gracias chicas!!
Para las flores de nuevo, como ya ocurriera con Agus Dorado, he contado con Ópalo Negro. Siempre es un acierto dejar en sus manos algo tan importante como el tocado de flores, pues éstas y el mantoncillo son básicos para que a un estilismo feriante se le pueda tildar de flamenco. Aquí, en este, no cuento con uno de estos elementos primordiales. Y no serían las flores las que, precisamente, obviara en el estilismo feriante a pesar que, últimamente, a la flamenca del XXI se la está desprendiendo también de este básico del atuendo flamenco.
Al igual que el traje de flamenca, los pétalos de color son otro ingrediente que embellece a la mujer. Es el vestido de flamenca se encarga del cuerpo y las flores hacen lo propio por la cara. Así que seleccionar las adecuadas resulta imprescindible, pues errar en algo así no pasará desapercibido, lo cual es sinónimo de desastre flamenco. Debemos también dedicarle tiempo y no decidir a la ligera.
Ópalo Negro eligió rosas, por supuesto, en los tonos principales del traje, y mezcló con otros tipos de flor, algunas pequeñitas de las que también pude sembrar algunas salteadas en el recogido hacia un lado que me realizaron para este estilismo en el centro de belleza Verónica Carrión, donde también me maquillaron con un suave tono verde para los párpados y un rojo tierra, tenue, para los labios.
Las imágenes para este estilismo han sido realizadas por Manuel Cano Guitiérrez.