A veces no eres consciente del potencial que tienes y retrasas ciertos momentos importantes, ya sea porque piensas que aún no estás preparado, ya sea porque opinas que es demasiado pronto o por el qué dirán. Pero, ¿cuál es, realmente, el momento adecuado? Puede que la puesta de largo en pasarela para Manuela Martínez debiera haber llegado antes a la vista de sus flamencas, pues se nota que no lleva, valga la expresión, dos días haciendo trajes.
El buen gusto en los tejidos, el patronaje cuidado y ‘bien plantao’, con hechuras correctas e impecablemente encajadas, son ingredientes que la describen y que alimentan sus estilismos flamencos. Madurados, por cierto, a lo largo de años de experiencia, en los que ha perfeccionado el resultado final del que se ha disfrutado en la pasarela Viva by We Love Flamenco.
No era erróneo pensar, por tanto, que dado que es la primera vez que desfilan en pasarela la firma es nueva. Esa puede ser la primera impresión al verla y no tiene por qué estar equivocada. Pero, es obligación de quién escribe, de mí, en este caso, saber si realmente es así o no. Además, mi propia experiencia me dice que la existencia de la firma puede remontarse a décadas, pues no sería la primera, ni la última, en dar el paso a la pasarela una vez que el recorrido profesional les respalda y avala con creces.
Ten en cuenta que al desfilar una colección te expones a un mayor número de ojos críticos, por lo que puede llegar a ser un arma de doble filo, puesto que igual que te encumbra puede hundirte. Así que ser precavida y cuidadosa no está de más, lo cual también dice mucho y bien de la firma.
¿Y cuál ha sido la inspiración para esta colección? Pues un hecho que ocurrió el año pasado en Huelva a finales de junio y que le tocó de cerca, dado que es de allí. Se trata del incendio de parte del Parque Nacional de Doñana debido a la negligencia de una carbonería. Resultó agónico su extinción, puesto que las rachas de viento avivaban las llamas y lo extendieron, provocando el desalojo de personas y especies protegidas, como el lince ibérico, además del aislamiento de otras miles.
Esto causó mella en la zona y en la sensiblidad de los onubenses. Manuela Martínez no lo olvida y ha querido hacerse eco de ello para, a través de la mejor manera que conocen, la de coser textiles para crear trajes de flamenca, homenajear la belleza de estos parajes naturales que, pase lo que pase, es eterna.
Es éste adjetivo, ‘Eterno’, el usado para nombrar a su colección. Y lo ha utilizado en su acepción filosófica, pues ya Aristóteles establecía que el tiempo, la materia y el movimiento son considerados eternos por haber estado siempre ahí.
La belleza es inalterable, no puede medirse en el tiempo ni tiene principio o fin. No puede describirse con palabras exactas la belleza concreta de un lugar como Doñana, pero el mero hecho de ser, de existir, cambia el rumbo de nuestras vidas. La pérdida de esa zona arbolada podría dar un giro a nuestro destino, pero la permanencia inalterable de un entorno como éste volverá a traer belleza, eternidad al área de bosque perdida.
Recurre, por tanto, a colores como el rojo, el azul, el naranja y el negro para expresar y plasmar en tonalidades este vergel onubense, imaginando flamencas que visten posibilidades contrastadas, como los lunares y los cuadritos vichy.
U otras más estridentes que sabe Manuela Martínez combinar en tono elegante, basándose en los colores flamencos por excelencia, blanco, negro y rojo, e ideando un traje de flamenca rojo con manguita corta, de las que se dibujan sobre el hombro tipo sombrero, sin necesidad de nada más, llamadas mangas japonesas. Sobre éste, y sustituyendo al elemento flecado que, de tanto en tanto, se sale de los estilismos flamencos, una chaqueta sin mangas, de las solapadas que llegan hasta las caderas y se ciñen a la cintura con lazada en el mismo tejido.
Su destreza con la aguja imagina tantas maneras diferentes de crear un talle, escote y mangas flamencas como para no recurrir a mantoncillos. Su estilo se corresponde muy bien con la flamenca del XXI, la renovada con ganas de añadir y adoptar tendencias de moda para quienes optan por una flamenca menos lineal y más activa.
Aportando también esos estilismos flamencos que últimamente se prodigan en pasarela, cuyas características principales son la ausencia de vuelo y la inclusión de una abertura interminable que luce pierna a lo Angelina Jolie, tomada, por tanto, de esos espectaculares vestidos de fiesta de alfombra roja.
El derroche de glamour de Manuela Martínez se propaga con facilidad por toda su colección, haciendo a cada uno de sus diseños merecedores del calificativo ‘eterno’ dado que les imprimen ese carácter atemporal, propio de toda pieza única y que le confiere esa exclusividad irrepetible de la que gusta a diseñadores como Manuela Martínez.
Las batitas rocieras, siendo de donde es, era evidente que iban a encontrarse entre sus propuestas flamencas, imaginándolas con bolsillos y también con asimetría en mangas, reduciéndolas, por ejemplo, a tiranta y descolocando volantes.
Los trajes de flamenca de dos piezas, en sus manos, ganan enteros de estilo, pues pocas veces te vas a topar con un equilibrio tan medido de volúmenes restringiendo los estampados por zonas. Basta conque te fijes en el siguiente traje de flamenca, en el que juega con el blanco y el azul marino para una blusa rayada de manga farol en puños y volantitos en el pecho. La integra en un estilismo flamenco de estampado de flores. Y lo hace mediante una diversidad de tonalidades marinas que se amoldan, con coquetería, en esta propuesta de vuelo sirena de Manuela Martínez.
Respecto al uso del canastero, estilo flamenco omnipresente en las firmas onubenses, resalta el empleo del vuelo canastero que Manuela Martínez ha hecho en sus flamencas. Es obligado detenerse ante este traje de flamenca naranja de lunar negro, el moteado tendencia. Junto al uso habitual de talle bajo para este tipo de vuelo, añade aquí otro más innovador, y que ya pudimos ver en la temporada anterior. Se basa en tres vuelos rizados al aire, de igual tamaño y con el mismo número de piezas, que versiona el estilismo flamenco de talle alto cuajado de volantes desde la cintura. Así consigue Manuela Martínez darle ese aire onubense a este tipo de traje de flamenca.
No añade volantito en mangas ni tampoco abre escote. Cuello caja y cinturón son los únicos elementos que delimitan el talle. Accesorio, éste último, que también protagoniza el traje de flamenca setentero en rojo que presentó, uno de los que forman parte de su mini colección en carmín con la que finalizaba su desfile en Viva by WLF18.
Manuela Martínez ha sido, esta temporada, una de esas sorpresas agradables que se producen en ocasiones y que te dejan ese buen sabor de boca, pues consiguen que disfrutes aún más de una moda que está viva, de la moda flamenca. Descubrirla en su paso por pasarela, conocerla de cerca y contagiarme de su elegancia flamenca no son más que el principio de un affaire con aspiraciones a eternidad, pues su nombre ha de anotarse en la lista de esos diseñadores imprescindibles que han de verse cada año para tener la visión flamenca completa.
Su colección ‘Eterno’ ha sido, también, una de las mejores que he podido ver en pasarela. Me hizo quitar la vista del objetivo en varias ocasiones para vivir, al cien por cien, el movimiento de sus volantes y eso no pasa siempre. ¡¡Gracias Manuela Martínez por mostrarte al mundo y por permitirme ver y escribir de ello para compartirlo con el resto!!