Estos son procesos repetitivos, que se definen por el tiempo (finalizada la temporada, acaba el ciclo) y por la inspiración (no hay dos colecciones iguales, igual que tampoco los trajes de flamenca de un taller, como el de Merche Caparrós, lo son).
La primera condición, una vez pasada la última romería y/o feria, se cumple. La segunda, la que afecta directamente a la creatividad, se complica. No por nada, simplemente porque no se escoge de un catálogo, ni se improvisa.
Es algo que surge de la nada, en un momento indeterminado y en un día inconcreto. ¿Cuándo sucede? Pues eso, como te decía, nunca se sabe. Un viaje, una cena con amigos, un arreglo de vestido, una conversación, comprando el pan, mientras te duchas o, puede, que viendo un atardecer. Pero no uno cualquiera, el tuyo.
De una costumbre, tan sencilla, como especial, va a surgir la paleta de colores que escoge, los cortes de los nuevos trajes de flamenca, los estampados que dibujaran el talle, los textiles y, por supuesto, enfoque de la nueva colección. Nada más sencillo y cotidiano que el momento del café para recrearse soñando volantes e ir asociando, uno a uno, a las distintas horas que pasamos en una feria.
Pues Merche Caparrós siempre crea pensando en cuándo lo vestirás y dónde, procurando la máxima funcionalidad del diseño. De ahí que sus talles no sean ni demasiado bajos, ni demasiado cerrados. Por tanto, trata de darle total plenitud al diseño, sacando todo su jugo para que te sea útil en cada pedacito del día. No es lo mismo vestir para el paseo de caballos, que para el almuerzo, el tardeo y la noche, que a veces se alarga hasta los churros con chocolate.
Teniendo en cuenta que, a menudo, eso de planificar no es lo más acertado, ni de lejos, porque no se cumple, por esto y lo otro, se vuelve imprescindible vestir de flamenca en versión cómoda, chic y versátil para que te sirva en gran parte del día y la noche, si se tercia. ¡¿Quién no ha ido con la intención sólo de almorzar en la Feria y ha acabado comiendo churros con chocolate antes de volver a casa?!
Si hay que empezar por ahí, por el final, por la noche, el diseño con el que iniciaba la presentación de Atardecer bien vale casi cualquier momento, si lo combinas con mucho color y con los complementos adecuados. Por lo menos, desde media tarde, vestirlo es todo un acierto.
Por cierto, que lo de iniciar el desfile con negro, que suele ser el color que cierra, rompe con la habitual regla de pasarela. Pero nos permite esa apertura cromática al compás del día y la noche. Diseños que también cuenta con un poquito de lunar, aunque limitado al volante que decora y señala el comienzo del bajo. Lazada en cintura y mantoncillo de lado, reposando sobre un solo hombro, dándole ese uso pañuelo característico en los 80, son esos accesorios que le dan el toque chic y elegante con color del que te hablaba antes.
En el siguiente diseño, parece jugar al escondite, pues el moteado se queda forrando el par de volantes al aire, dando ese toque al caminar, sutil y adecuado, en sus flamencas minimalistas de talante chic y silueta impoluta.
Para el morado, los lunares saltan del volante al resto del traje de flamenca, paseándose a su antojo y con descaro por todo él. Así consigue Merche Caparrós marcar el textil, evidenciando su flamencura y su adecuación a tendencias, pues el lunar negro sigue pisando fuerte, con permiso del blanco que se va haciendo hueco.
Dejar que el plumeti al tono del estampado circular, forme también parte del diseño en forma de manguita corta, es todo un acierto.
Si estás acostumbrada a su preferencia por el talle bajo, cuando nos deleita con otros cortes es, sin duda, toda una grata sorpresa. Normalmente son breves, pero siempre son intensas pinceladas en otros sentidos, con carácter más rociero, vuelos más cómodos y teniendo en cuenta más a la blanca y fina arena, que al amarillo y denso albero.
Con el lunar negro como guía, imprescindible en su colección, dibuja a una flamenca rociera de vuelo más bien sevillano, pues sus volantes tienen cuerpo. Creando un equilibrio entre ambos estilos, claramente diferentes, para encontrar lo que busca: una caída con cuerpo y ese par de volantitos en el bajo que rematan un diseño perfecto.
El escote se cuadra, como es habitual en ella, y las mangas se hinchan hasta convertirse en globo, pero de manera comedida y con ajuste hasta muñecas.
Entre sus creaciones de cada temporada, no podía faltar un básico de armario flamenco y que siempre incluye en cada colección. Así, imagina silueta ajustada en un trío de volantes medianitos y al hilo, con escote redondo tipo ‘U’. La falta de volantes en mangas francesas, aporta comodidad, si eres de las que gusta almorzar con amigos en caseta, éstas te irán bien.
Su Atardecer finaliza en rojo, de ahí que su paso por pasarela también se empape de este tono para dar cierre al desfile. Algo también muy simbólico, dado que su final del día se llena de color, fuerza, renovación y seguridad. Y así es como lo expresa en su flamenca, de curvas para un evasé, que tanto le caracteriza, con volantitos menudos y coquetos, como si quisieran pasar desapercibidos y asemejarse a un canastero.
Con este vuelo florecido, su diseño da el broche a una colección en la que es más que palpable su enfoque creativo en moda y la flamenca a la que quiere vestir. Teniendo ese equilibrio perfecto que le permite amoldarse a cualquier momento del día y de la noche y que, incluso, le da idoneidad para feria y romerías debido a ese punto intermedio que consigue en el diseño.