Julianna Atelier, presenta su colección Resiliencia en Emprende Lunares con un singular estampado inspirado en la ciudad de Sevilla: la naranja.
Así nace Resiliencia, su primera colección flamenca imaginada por y para Sevilla, versada en sus jardines, que tanto le recuerdan a su país natal. Inspirada, por tanto, en la flor blanca, en el azahar, como no podía ser de otra manera, pues el blanco es su color predilecto.
En la ciudad de mundo con la mayor concentración de naranjas por metro cuadrado, no es de extrañar que sea esta fruta, y no otra, la que se configure como hilo conductor de su colección. De ahí su tejido en exclusiva y la multitud de elementos naranjas que ha ido intercalando en sus diseños.
Pero, a pesar de ello, ni el naranja, que haberlo haílo entre sus creaciones, ni el blanco, son los que inician la presentación de Resiliencia en Emprende Lunares. Será, en su lugar, un azul añíl que armoniza con este tono ácido. Un color que va y viene de la pasarela desde hace unas temporadas y que tanto favorece.
Aquí, Julianna Atelier, lo usa para dar forma a una flamenca del XXI, con mangas abullonadas, espalda a la vista, escote barco por delante y un singular cinturón de plumas para un vuelo de corte setentero. Jugando con varios tonos en las enaguas, esta propuesta en satén nos daba las pautas del estilo de la firma.
En la siguiente propuesta, el volante sube hasta tocar la cintura y, desde ahí, cae para dibujar esas sirenas flamencas que llegaron hace un tiempo para quedarse. Aunque este año se han prodigado poco. Las enaguas en naranja, por supuesto, e igualadas con mantoncillo flecado que dan ese toque de contraste que tan bonito queda.
En otro de sus trajes de flamenca, será un escote similar al reina Ana, el que se elija para que quede flanqueado por manguitas abullonadas. Y en un tamaño comedido, pues la creativa no es partidaria de exuberancias y excesos. Con estas pinceladas, la silueta se antoja perfecta y cerrada hasta rodillas, lo justo y necesario para que marque al andar, pero no incómodar.
El estampado de la fruta de azahar, que se armoniza también con el empleo del naranja en cada uno de los diseños, de una manera u otra, propicia ese denominador común a toda la colección. Para el volante maxi de capa, las enaguas se igualan en todo y se deja que asomen lo suficiente para aportar al estilismo.
En uno de esos diseños que destacan de manera clara del resto de la colección y que, cuando lo ves, no necesita de mucha explicación para refrendarlos, será el blanco dueño y protagonista absoluto de un par de propuestas, que ceden espacio para introducir una gran variedad de colores en esta colección cápsula. Todos excepto el verde.
Para el escote, elemento responsable de hacer de este vestido de flamenca un traje, verdaderamente, único y exclusivo, se aprovecha la línea de corazón para colocar un volante de capa con efecto zigzagueante. Y que guarda, a su vez, simetría con manguitas, creando también esa elegancia propia de escotes Bardot y vestido de novia y fiesta. El vuelo nace de capa y desde cintura, rematándose con ese lunar que adopta de la naranja, algo tan estrechamente relacionado con la ciudad y la primavera sevillana, que le aporta aún más encanto.
Para este otro blanco, Julianna Atelier dibuja un corsé en el talle, siguiendo así la estela que marcan las tendencias, y abriendo el vuelo canastero en un talle bajo. La propuesta resulta atípica por emplear, directamente, a la vista el organdí, o al menos un tejido de similar textura y transparencia, tal y como hace años se hacía, uso que está volviendo.
Puede chocarte, por la ausencia que estos años ha padecido el organdí, tenerlo como volante a a la vista y darte esa sensación de incompleto, sin realmente serlo. Pero al diseño le supone aportarle frescura, por la novedad que supone, a la vez que se recuperan ciertos usos de este tejido para las flamencas.
Prosigue la colección con un vuelo muestra tobillos y saltando del blanco al amarillo en un tono vibrante, tal y como le gusta a la diseñadora. Aumentando así la paleta cromática en una colección cápsula, algo difícil en colecciones pequeñas, y para un diseño que vuelve a tener volante canastero. Lo que confirma la preferencia de la diseñadora por este tipo de traje de flamenca.
De silueta seseante, el tono buganvilla intenso y la mezcla de texturas en cuerpo y hombro, ofrecen un diseño de tintes barrocos, que lleva a la flamenca a ese nivel de detalle en el que incluso la diseñadora busca una simetría perfecta entre rizados al aire. Observa en la imagen que te dejo, cómo esto sucede en el organdí amarillo que recubre hombros.
Del amarillo, se zambulle en el buganvilla, en el que mangas de largo generoso, configuran este diseño de flamenca con tonos taurinos como el fucsia, también llamado buganvilla, y el albero o, simplemente, el amarillo. Así se tinta este vestido, en el que la línea clásica flamenca impera. Por eso, un par de volantes son suficientes para su vuelo comedido.
Para cerrar su desfile, se decanta por un diseño que encaja más con fiesta y alfombra roja, que con flamenca. Pero, que igualmente, por supuesto, nos encanta. El contraste de texturas, el juego translúcido, su elección del vuelo canastero, al que aquí añade un poco de cola, y el talle con uve para escote infinito, permiten que unos hombros maxi decorados con zigzagueo textil incluido, hagan más que antojadizo este diseño.
Que un color como el blanco sea el favorito de Julianna Atelier, por encima de cualquier otro. Que la flor de Sevilla sea el azahar, cuyo nombre árabe, quienes trajeron este ácido manjar a la península, significa flor blanca y que sea ésta, y no otra, la que inunde la ciudad parque y jardines, esos lugares que la conectan con sus raíces, parecen indicar, sobradamente, las razones de su affaire con Sevilla de la que afirma, jamás se irá. Por lo que aún nos quedan por ver muchos de sus vuelos al aire.