Érase una vez una niña muy bonita, de pelo rizado y algo alborotado, que vivía en una ciudad grande por la que paseaba a menudo de la mano de su mamá. A todos miraba con la inquietud que propicia la imaginación, ésa que le regalaba y le regala estampas primaverales, pues, mientras te contempla, y sin tocarte, te compone con un tocado o alguna flor acompañada de pendientes bonitos. Lo mejor era la espléndida sonrisa que te dedicaba justo al despedirse de tí.
Cuando paseaba por su ciudad todos la saludaban, unos con prisas, lo justo, otros con más tiempo le preguntaban alguna cosilla y, los más cariñosos, hasta le plantaban un par de besos en las mejillas. Muchos de sus paseos le llevaban a casa de su abuelita, a la que visitaba a menudo quien, conocida en el lugar por su buen hacer en la costura, le enseñaba alguna que otra cosilla.
El tiempo fue pasando y esa niña se fue haciendo mayor. Aunque trataba de aprender otras cosas, sus pensamientos siempre rondaban en cómo decorarte el cabello. No podía evitar que sus manos se sintieran atraídas por el sinamay, los terciopelos, plumas biot y los alicates para enreversar tallos de flores.
Como siempre le ocurre a quien desea hacer de su pasión su manera de vivir, al principio sólo le podía dedicar unas horas, las que su empleo le dejaba y a las que les sacaba todo el jugo posible. Esas horas pasaron a ser tardes completas, fines de semana y días de fiesta, tiempo recompensado cuando ese día de enero de 2013 ocupando una silla en el front-row de SIMOF, vió cómo Cristina García ganaba el Concurso de Noveles, en parte, también ganadora su colección de flores flamenca, las que vistiera a las modelos que lucieron los trajes de la diseñadora galardonada, pues cualquier detalle en el estilismo flamenco importa siempre, cuanto más en los cértamenes de noveles.
Para entonces ya atendía en un pequeño taller a las afueras de su ciudad, donde tenía un showroom permanente y un gran espejo barroco donde mirarte, el mismo que le ha acompañado siempre. Una agenda apretada sumada a esa idea que el tiempo da formalidad y consistencia a las cosas y a los proyectos, no hacían más que confirmar que ese era su destino, los causantes de una dedicación plena al oficio de sombrerera artesana, el cual ya se le está quedando pequeño.
Como es una niña muy trabajadora y de las que le gusta tocar los sueños con los dedos, decidió, un buen día, que uno de ellos ya iba siendo hora que se hiciera realidad: abrir una pequeña boutique en el centro de su ciudad, un espacio abierto, donde poder atender sin cita previa, estando así sus creaciones más cerca de quien las quisiera.
Esa niña tiene nombre y, a estas alturas, seguro que te resulta familiar: Carmen Sanchez, pues ha acompañado ya a varias firmas de moda flamenca tanto en SIMOF, Cristina García, como en We Love Flamenco, Ángela Campos. Este año también hace doblete pero me reservo con quienes. Ha abierto su tienda en pleno centro de Carmona, repleta de flores formando coronitas, tocados, pamelas y canotiers que se diseminan por la tienda en estanterías, paredes, cajones y vitrinas antigüas.
Entre unos y otros se hacen hueco bolsitos, camisas, chales y pendientes, éstos últimos creados por ella (ya os dije líneas antes que lo de sombrerera ya se le ha quedado pequeño y ha ampliado su creatividad hacia nuevos objetos de deseo en el vestir complementos). Y todos situados alrededor del escaparate como eje central de la disposición en la tienda, que no es más que el enorme ventanal enrejado, siempre y cuando los ojos no se te vayan a ese impresionante vajillero vintage que se vislumbra al fondo.
Antes de entrar, un par de escalones te separan del glamour de Carmen, ése que le caracteriza de corte coqueto con toques románticos clásicos de regusto dulce, el que te rodea nada más atravesar la puerta de doble hoja frente a la que se sitúa un mostrador que no es más que una máquina de coser Sigma, justo delante del dintel decorado con cortinas y galería propia de palacete de verano que embellecen la entrada a la trastienda a la que Carmen llama, muy acertadamente, taller.
Los pulsadores de cerámica, la decoración con maderas que han conocido más de lo que nosotros conoceremos, los techos altos, los suelos de barro pintado, la preciosa lámpara de cristal y las vigas a la vista en las alturas, forman parte del ambiente perfecto cargado de la personalidad de Carmen Sánchez. Entrar en su tienda y sentirse cómoda son sinónimos y sin excusas. Puede serviros como apunte de sensaciones mi incansable búsqueda de una silla cada vez que voy, no por cansada sino para poder quedarme más tiempo y no marcharme de allí. Podría pasar horas curioseando cada rincón o, simplemente, charlando sobre moda con Carmen.
Pero volvamos al cuento que os estaba contando, pues ya va tocando finalizarlo. Carmen Sánchez, la niña que de pequeña soñaba con ser sombrerera y tener su tienda, por fin lo es y por fin la tiene. Pero… ¡¡¡Un momento!!! ¿Realmente acaba aquí? ¿Sólo son éstos los sueños que tenía o tiene? No lo creo, y espero que no sea ni el último que tenga ni el último que se le cumpla. Así que ese ‘Colorín, colorado, este cuento se ha acabado…’ lo sustituyo mejor por ‘Continuará’ o por ‘No se vayan todavía que aún hay más’.
¡¡¡Gracias Carmen por ser obstinada y perseguir tu sueño!!! El que has compartido con el resto del mundo para que podamos disfrutarlo.
Dirección Tienda Carmen Sanchez
Martín López, nº 16, Carmona, Sevilla
Buenos días!! Tengo un vestido de flamenca imitando al capote de un torero, me ha recomendado tu página sibilina flamenca para los accesorios, me puedes ayudar ??? Me gustaría ver fotos de opciones para ese vestido en tocado y pendientes. Un saludo y muchas gracias
Buenos días:
La locura de las fiestas despistan comentarios como el tuyo. Le hemos pasado tu correo de contacto a Carmen Sánchez, pues has dejado tu mensaje en un artículo que escribimos hace unos años cuando inauguró su tienda en Carmona.
Es un placer poder ayudarte y si lo conseguimos también nos encantará saberlo.
¡¡Mil beos María Jesús!! ¡¡Feliz Año Nuevo!!