A veces sólo hace falta detenerte un instante para contemplar lo que te rodea y encontrar la razón de ser de aquello que enhebra hilo y corta patrones de onubenses maneras. Aquello que te lleva de vuelta a lo que la tierra te pide, a lo que la naturaleza te da. Para Amalia Salomón, esa razón de ser, ese aquello, la argumentan las Marismas, la explican el aire que respira y le dan forma ese rey Sol que le acompaña, capaces de crear flores de sal de un puñado de agua marina.
Flores de belleza paciente, frágil y tosca que nace en eras cristalizadas y se acumulan en pirámides de sal que dibujan ese paisaje tan característico del Paraje Natural de las Marismas del Odiel, tan cerquita de Huelva capital. Un espacio único y protegido en el que conviven montes blancos y aves, como una recién llegada que ha encontrado aquí un buen lugar donde vivir, el morito.
Escogida, por cierto, por Amalia Salomón como parte de ese exclusivo estampado que ha imaginado. Y lo hace por su peculiar pico curvado, como si quisiera dibujar lunares, y lo que representa para la zona, al ser una especie protegida, además de ese plumaje brillante y tornasolado en tonos cobrizos, granates y verdes, espejo de los atardeceres que se contemplan en las Salinas del Odiel. Así, el morito se convierte, junto a la flor de sal, en las fuentes de inspiración de sus nuevas creaciones, de su colección Flor de Sal.
Por tanto, son moritos, cigüeñas y flamencos los encargados de comenzar su paso por pasarela carmín de Huelva Flamenca, con un corte propio, por derecho, de la flamenca del XXI, pasado por el filtro rociero, como debe de ser. Y que constituye no sólo es un deleite para la vista, sino una clara muestra del sentido sofisticado que la diseñadora posee para la moda flamenca.
Siguiendo esa línea de volantes al hilo en este palabra de honor, añade la tendencia de la temporada. El lazo, que aquí hace las tirantas anchas con larga caída, buscando esa ondulación al caminar como si de flecos se tratasen.
Pero no sólo en este diseño vuelan sus aves marismeñas, también lo hacen para una falda de silueta sirena, en esa flamenca de glamour urbanita que ella domina, y para la que dibuja un escote de novia llamado, si mal no recuerdo, reina Ana. No es exactamente igual, pero sí muy similar, haciendo de las mangas otro elemento singular. Pues opta por tipo jamón y en volumen considerable, sobre organdí transparente con rizados al aire ribeteados en los colores de la colección; aporte singular sinónimo de exclusividad.
Aún queda un último diseño, donde el morito habita y que se remata en un organdí dulcificado, por aquello que éste ondula más que el clásico y translúcido, dando movimiento a cada uno de los volantes que nacen en hombros, en este sin mangas. Y para el que va dibujando la silueta, frenando volantes en cintura y reservando en el XXL que cierra la falda, a la que no le falta una enagua en wasabi con carrucha incluida.
De sus lunares alados, pasa a los tonos del atardecer en corales, naranjas y blancos, para el que ese recurso textil onubense que marca costuras flamencas con volantito, siempre da esa pincelada coqueta y, cómo no, rociera al traje de flamenca en el que se incluya.
Aquí, Amalia Salomón lo emplea con volantes de capa desde el escote, alternando lunar y volante, siguiendo un juego tonal que casa ciertos elementos. En este otro, prefiere zigzaguear como lo hace el agua mansa en la orilla, en un estilismo cómodo y coqueto.
Y tras el ocaso, llega la noche. Los tonos cambian y el negro aparece, aunque no deja de hacer uso del color para un especial estampado que simula esas eras cristalizadas de las lagunas de sal. En ese damero integra todos los tonos de la colección, creando con él un cuerpo de flamenca setentera, donde una fila de botones forrados hace las veces de lunaritos en el talle.
Como también las mangas globo, que no son más que maxi lunares, además de tendencia, que ya comenzó a verse la temporada pasada, y que se torna tentadora para quien imagina flamencas. Marcó una época, la de los 80, y parece que quiere dejar su huella en este siglo XXI, teñida de negro como los volantes que exornan el bajo del vestido.
Para la noche, el talle ajustado aparece y forma parte de sus propuestas, sin dejar ese lado a ese vuelo clavel, aumentando el volumen con el corte evasé y aplicándole luz, esa luz de las salinas, con un chalequillo sin mangas flecado multicolor en un largo interminable. Es, pues, su alternativa al mantoncillo, imaginando una prenda con aire sofisticado de practicidad urbanita. Una de tantas con las que, cada vez más a menudo, nos deleita.
En este otro diseño para la noche, si es que quieres esperar a la caída del Sol para lucirlo, parece integrar el chalequillo en el diseño y hace que de él nazcan micro volantes al hilo, buscando esa otra silueta sirena cuajada de vuelos que apareció hace ya unas temporadas y parece quedarse, de momento, entre las flamencas del XXI. Digamos que se está convirtiendo en característica de las flamencas de ahora.
Las manguitas cortitas y pegadas al brazo con mini volantitos le confieren, además, una comodidad absoluta, lo cual aporta funcionalidad al traje.
Para su diseño de cierre de colección, se pasa al blanco de la flor de sal. Y para ello usa un tejido calado en guipur que evoca ese cuarteo en el cristal de sal. La propuesta se configura para novias tipo kimono, perfilando el escote con vuelo abullonado al tono y falda con volantito dulce. Detalles que realzan el sobre vestido de guipur enrejado que define este diseño para novias con cola capilla, no apta para velo, pero sí para un tocado marino como el que luce o, por qué no, para una clásica diadema en piedras blancas y brillantes con halo princesa.
Que la confluencia de aguas, del Tinto y el Odiel, generen tal riqueza de flora y fauna y creen un lugar de atardeceres mágicos, con tonos únicos, plagados de flores efímeras de cristal, demuestran que deben ser varios los factores que propicien belleza y creatividad. Los mismos, pues, que producen impacto en quien lo contempla y tiene la habilidad de plasmarlo en textiles. Les da forma y existencia tangible. Los hace eternos.