Y hasta Code 41 en Sevilla llega Guadapalma para presentar su colección de moda flamenca, un tanto clásica, personal y rockera.
Dejemos, pues, que todos se acerquen a ella, a la idolatrada moda flamenca que, cada día, gana más adeptos. Dejemos pues, dado que nosotros, en nuestro afán reivindicativo de lo nuestro, también la exportarmos. Y como muestra de ello, tenemos el paso de Pedro Béjar, con una bata de cola filtrada por fiesta, en la reciente gala de los Goya vistiendo a Álex de la Croix, modelo y actriz. Por tanto, es justo que, si la moda flamenca ya va cambiando albero feriante y botos de camino, por alfombra roja y sandalias de tacón, debemos abrir puertas, como ya se han abierto con anterioridad, pero de par en par y a todo aquel que quiera intentarlo.
En esa tesitura está Guadapalma que, nacida en Madrigalejo, provincia de Cáceres, se traslada a Badajoz a finales del siglo pasado, lugar donde reside, desde entonces, y en el que acuña varios años ya creando flamencas. La definen sus volantes, nunca mejor dicho, pues convencida del aprovechamiento de recursos y la sostenibilidad, aboga por la economía circular, haciendo de los restos un nuevo tipo de volante al que llama palmas y que se encarga de registrar por aquello del copieteo. También hace lo propio con su otra creación llamada campanita.
Si le añades su devoción por San Freddie, entiéndase como Freddie Mercury, cantante de Queen, la singularidad está servida. Cada año, le dedica una inspiración flamenca versada en uno de los estilismos que luciera éste en vida, engrosando así su colección privada que, de tanto en tanto, cede para exposiciones. El resultado, por tanto, es de los más pintoresco y original, versionando una flamenca en consonancia con un estilo de fiesta, de la que no pisa la calle del Infierno en la Feria de Abril en Sevilla, pero moldeado a los ingredientes que te he nombrado y que la caracterizan.
En Code 41 Trending, no pudimos ver ninguno de los trajes dedicados al artista internacional, pero sí curiosear con la vista los entresijos de sus característicos vuelos. Algunos de los cuales pinta, como el diseño con el que arrancaba su desfile, y que parece cobrar vida con el movimiento. Observa cómo queda el vuelo sin volumen en exceso, el cual, debido a sus peculiares volantes, tiene un movimiento de falda diferente al habitual en flamenca.
También este otro lleva el talle dibujado. De corte en un suave evasé, deja que sus palmas y campanas vayan rizando a su antojo, volanteando apretado y pequeño, dando ese movimiento hierático al caminar, propio de otras décadas flamencas y de batitas rocieras. Para las mangas, sus campanitas abren en flor con esos vuelos cortados individualmente, como si fueran pétalos, para formar parte de un todo.
El traje dorado lo considera de fiesta. Exento de mangas, añade puños de volantes a modo de exorno y, por ende, de quita y pon. Con permiso del volante de capa, dispuesto doble al hilo y, ojo, sin enaguas a la vista, entremete sus volantes, dando notas de color buganvilla sobre este tono brillante de estampado discreto.
Con la chaquetilla torera versión mini y con borlones, termina de dar el toque étnico con algo de exotismo a la creación.
En los siguientes diseños, la flamenca se acerca más a la clásica, a la conocida por todos. De lunar flocado, con tejido de estampado vegetal y geométrico, que recuerda a papel pintado sobre paredes de estancias de lujo, su movimiento de vuelos a aire está vez, dispone del volumen adecuado para ese característico vaivén al caminar. Y se reparten como en los 90: pequeños, al hilo y con generosidad, para una falda de cintura alta que complementa al blusón negro un tanto victoriano. Uno de mis favoritos, por cierto.
No es el único rojo y negro de línea clásica en sus propuestas. Dedicado a su madre Manuela, imagina un traje de flamenca exquisito de escote cuadrado y silueta evasé, con ese mismo volante menudo y noventero, pero en menor número. Rematando sólo el bajo para permitir esa subida de vuelo lateral que tanto seseo aporta.
La manga aquí la trabaja sobre transparencia con aplicaciones de rosas y espinas, que desembocan en su oleaje exclusivo, donde la exhuberancia manda y el verde, tendencia de la temporada flamenca, se deja ver forrando vuelos.
Color que nos viene a anunciar el siguiente capricho en forma de flecado lineal y paralelo, desde el escote a las rodillas, pues aquí prima el talle bajo. El volante, el suyo, con ese seseo característico de movimiento quieto y multiplicado en infinito, se ribetea al tono. El escote, un atípico palabra de honor para flamenca. Y las mangas, se disponen con asimetría, siendo sólo una y a la altura del codo. Tintada de blanco, se aferra al brazo con flecado en verde y plumas en vertical.
La presentación de colección la cierra con dos diseños de alfombra roja. Por un lado, un vestido en oro, de escote reina Ana, con volante hacia el cuello y con verticalidad en la falda, cuyos hombros van al descubierto, en una silueta que se abre en A desde caderas, pareciendo simular las colas desde cintura de los vestidos de fiesta de los años 40.
El segundo diseño, ideado por Guadapalma como traje de novia, y con el que no puedo evitar ambientarlo en alfombra roja. Y que, evocando las palabras de la diseñadora, cumple los objetivos de orgánico y moda upcycling, además de constituir una novedad en su firma, pues está realizado en yute con aplicaciones en guipur. De ahí que haya bautizado a este modelo como ‘En la pobreza y en la riqueza’. Material al que le ha cogido cariño y con el que tiene pensado elaborar una colección al completo.
¿Y de dónde surge su línea de trajes de flamenca? Todo ello lo origina una clienta, devota de la Virgen del Rocío, que, un buen día, le pide a Guadapalma que le realice un traje para ver a la virgen en la próxima romería. Algo tan sencillo como eso. Y como no es persona que le asusten los retos, acepta el encargo. Ese sí, ha supuesto un matrimonio de por vida con la moda flamenca y el nacimiento de toda una línea creativa adicional con la que viste, hoy día, a un gran número de clientas para la Feria de Sevilla, El Rocío y romerías de Extremadura. Cada diseño que imagina es exclusivo y lo trabaja ella misma desde principio a fin, sin formación previa específica, lo cual le aporta aún más valor a su trabajo.
Aprendió el oficio de su madre costurera. Su ilusión y empeño han hecho el resto. Su alma rockera y un tanto bohemia, son los alicientes necesarios e imprescindibles para que su forma de hacer moda flamenca sea la que es: dispar y extravagante, con contrastes sumamente atractivos y que la llevan, constantemente, a reinventarse debido a su inconformismo y anhelo perfeccionista.