No todos los volantes son iguales como tampoco lo son la manera de disponer lunares. Casi puede decirse que existen tantos estilos de flamenca como maneras de vestirse o de sentirse cómoda con un traje. Por lo que, ¿pueden entonces unos metros de tela ‘aflamencaos’ desprender glamour parisino? ¡¡¡Síííí!!! Pero un sí rotundo, sin medias tintas ni peros ni dudas. Además, tiene nombre: Taller de Diseño, quienes han osado plasmar sus egos en una colección de todo punto ‘Egoísta’, la mejor a mis ojos salida de su taller, en donde no han querido dejar nada a los caprichos de otros para así crear a su antojo lo que hace tiempo les pedía su mente crear, porque quieren que seas así, que al menos una vez al año tus deseos sean tuyos, de nadie más, y los disfrutes al cien por cien, que te sientas más atractiva y sensual que nunca con un traje que desde siempre ha embellecido tanto a la mujer.
Su estilo de flamencas dulces afrancesadas con aromas vintages está más presente que nunca y se define por sus encajes, entre ellos los de tambor en alguno que otro traje, sedas, a las que a veces le dan cuerpo con diferentes técnicas que aplican, y tejidos como guipures y batistas o plumetis que acarician el talle dibujando la silueta y acompañando el delicado movimiento al aire que los volantes adoptan al caminar. Así, su flamenca es coqueta, de la que le importan los pequeños detalles, y segura de sí misma, de la que pisa sin miedo luciendo una mezcolanza de tejidos equilibrados donde ni sobra ni falta nada, siendo este año ‘Egoísta’, quizás mucho más que otros, con una colección de las que no se olvidan y que se establecen como referente para las siguientes.
Olvídate de canasteros al uso y volantes al hilo, pues no entran en sus diseños hacer un canastero al uso ni tampoco colocar todos los volantes en paralelo. Antes que vuelvas a mirarlo ya tiene un motivo añadido, como alguna tira bordá o volantes en cascada o, tal vez, se abran al ritmo que se contonean las caderas para dejar entrever enaguas. Entre sus planes flamencos entra todo aquello que complique un poco a la vista la contemplación de volantes, ateniéndose a sus cánones elegantes, a los de ellas, de lo que debe ser un traje de flamenca.
Amazonas de un chic parisino con puntadas flamencas eran los ingredientes del perfume que emanaban estas primeras flamencas egoístas que salieron a desfilar sobre las recias tablas del Alfonso XIII. Falda de batista con nesgas de largo midi a modo de pañuelos, para que entre un pico y otro asomen refajos de volantes, o chalequillos con botón XXL de pasamanería contrastando con el tono rosa predominante, son las primeras propuestas que pudimos ver y que apuntaban las galas maneras de sus flamencas para esta primavera.
Tras ellas una chispa de pret-a-porter en negro con estampado de flores bordadas y lunares rojos pues, que no se nos olvide, que la semana feriante comienza con la ‘Cena del Pescaíto’, la que precede al ‘Alumbrao’.
Un par de párrafos arriba os comentaba su singular manera de hacer canasteros o colocar volantes, añadid a esa lista los lunares, que no brillan por su ausencia sino que se optan por disimularlos o permitirles que se entrevean. De esta manera a un talle verde de lunares blancos tamaño moneda de euro, se le hace otro para que se emborrache del moteado que tapa, dejando que asomen, entre el entramado de flores caladas, lo que sería un vestido sencillo que se complica con este añadido y se remata con un vuelo de capa en el que se deja ver un faisán a medida que se abre cuando el traje de flamenca cobra vida en movimiento.
Otra forma de introducir ese ingrediente clásico en flamenca es el uso del plumeti, que vienen a ser lunares bordados, discretos y comedidos, acordes con su flamenca elegante con puntadas vintage de Ángela y Adela.
A estas alturas que es tendencia el traje de flamenca inspirado en el folklore mejicano ya es sabido por todos,, pues se ha prodigado por desfiles y pasarelas esta temporada. Lo mejor en estos casos es reinterpretarla y hacerla tuyo, buscando esa referencia que encaja en tu estilo, con vuelos más comedidos como los vestidos de la época napoleónica, de corte imperio, escote bajo, pero redondeado, y manguita corta, en los que parecen inpirarse Taller de Diseño para dar vida a sus bocetos de flamencas afrancesadas, colocando volantes tanto en mangas hasta el codo como diseminados por el talle bajo, que no ajustado, en forma de volantes pequeños al hilo o en cascada, aportando su peculiar manera de interpretar las tendencias.
Su desfile lo cerraba una novia flamenca, pero en su línea, como no puede ser de otra manera, pues no son muy dadas a coser volantes a talles nupciales, pero sin duda un cuerpo con una gran rosa bordada de esos mantones antiguos con los que te topas en ciertos viajes o en ferias de antigüedades, le da ese toque flamenco a un vestido sencillo, donde el color y los bordados no restan protagonismo a la diadema de flores de terciopelo y strass que se recarga donde debe, detrás, para no quitarle luz a la intensidad del rojo delantero.
Por si no lo sabéis o de un año para otro se os despista, un apunte: todos los complementos son también de la firma, conformando una flamenca perfecta, pues no sólo encuentras el traje anhelado sino los pendientes apropiados y al tono. Entre su colección de accesorios para este año, enamorada de estos pendientes a juego con diadema cuajada de florecillas pequeñas, saliéndose un poco de los habituales ramitos o parejas de rosas en moda flamenca y aportando ese toque diferente que tanto gusta de Taller de Diseño.
Al igual que los pendientes, sus mantoncillos se crean uno a uno para cada traje, para aquél que lo necesite, y siempre con esos detalles que sólo ellas imaginan y diseñan, dándole cierta forma a sus picos flecados que evitan esas antiestéticas bolsas fruncidas que se crean habitualmente cuando vistes un mantoncillo.
Se necesitan más desfiles como éste, donde las tendencias no son lo primordial sino la creatividad de la firma, con libertad absoluta para imaginar flamencas egoístas, de las que no les importa el qué dirán y de las que gustan y se gustan por que sí, porque es difícil no enamorarse de aquello que te acaricia la vista.
¡¡¡Gracias Ángela y Adela por haber sido tremendamente ‘Egoístas’!!! No dejéis de serlo nunca.