Este año María José Segura deja de lado el exotismo de otros lugares en el mundo, el que plagó sus anteriores diseños, para quedarse aquí y crear un bello contraste temporal, como si del Ying y del Yang se tratase. De esta manera, pasa de sus toques orientales en una colección a la japonesa, a otra más cañí y apegada a su tierra; pues esta temporada le tocaba beber de sus raíces, que también son las de muchos que hacen flamenca, ya que ha rememorado la flamenca setentera, la de justo esos años en los que creció y maduró entre volantes. Culpable pues que ame hoy, como ama, a la moda flamenca, a pesar de la lejanía con su Ceuta natal, pues taller y residencia las tiene en Madrid.
María José Segura se ha parado un instante en este 2018, lo suficiente para mirar hacia atrás y viajar en el tiempo hasta esos años en los que la flamenca setentera se vestía de colores saturados y geometría concéntrica, tintando y estampando una época inolvidable. Así, empapándose de esto y aquello, ha dado forma a sus particulares lunares en clave flamenca, siguiendo las pautas de la flamenca de siempre, sin perder de vista las tendencias que se marcan cada año.
Además, y esto la hace aún más fiel a esta fuente inspiradora, ha conseguido encontrar en un antiguo almacén, tejidos de entonces. Lo que multiplica la exclusividad que posee cada traje de flamenca, no sólo por la propia manera de trabajar de la firma, sino porque existen ciertos metros de cada tejido que conforma la colección y, una vez lo emplee todo… ¡¡¡No habrá más!!! Así que, si te gusta alguno… ¡¡¡Corre a por él!!!
Por tanto, esta flamenca setentera para el 2018 las ha imaginado en unos textiles que se postulan, en su nueva colección, como el ingrediente principal en torno al que ha girado su creatividad en textiles rizados. Pues, no sólo protagoniza los diseños, sino que consiguen acrecentar esa característica de irrepetible que se le confiere a lo único, bandera que enarbolan los diseñadores.
Entre los diseños presentados esta temporada, me gustaría destacar cuatro por su especial tono vibrante, rozando a los de esos subrayadores fluorescentes, que se estampan con lunar negro separadito o bien azul pegadito, siendo éste de distintos tamaños, que se apegotonan cuando los ‘alimonaos’ les dejan espacio.
Para el primero cruza dos mantoncillos al talle y a los tonos correspondientes, enzalzando la silueta evasé con volante subido. Este patronaje nunca falla para realzar caderas y procurar la comodidad en cualquier momento feriante que se te presente.
Para el otro, el mantoncillo sólo deja asomar flecos por el escote delantero, jugando al escondite con el volante de capa, que rodea al traje de flamenca por detrás en vez de por delante, como acostumbra a hacerse en estos casos al subir el vuelo.
En sus diseños, María José Segura tiene presente ese calor que a veces castiga a las casetas de Feria y sube las mangas hasta el codo, así minimiza el tedio calorífico.
En el empleo de otro de sus tejidos setenteros, se adivina un mix and match de un vuelo desajustado desde las caderas, casando un lado floral con el otro alunarado en perfecta armonía. Aquí la abundancia del vuelo de mangas las coloca en un largo midi casi en las muñecas.
Pero mi favorito tiene un lunar al bies, en verde Andalucía, y que se vuelve blanco al toparse con las flores chicle. Si tuvieras una moneda de 50 pesetas de entonces, podrías comprobar que ese vendría a ser, más o menos el tamaño del moteado. Casi tan grande como una galleta Oreo, por si, a tu edad, las rubias y los duros no te han pillado en el bolsillo.
Se denota en este traje de flamenca la elegancia sutil de un patronaje minimalista a la vista, pero enredado en costuras, que se ejecuta entre el clasicismo de los 70 y te transporta tal cual al XXI, cambiando sólo el escote uve de entonces por uno caja redondeado de ahora, que no llega a ser el llamado escote barco.
El largo de las mangas se lleva hasta las muñecas y el estilo de la flamenca de siempre se consigue aquí retomar con el gusto de entonces para saborear ahora. ¡¡¡Simplemente bello!!!
Pero no sólo este estampado se pudo ver, también otros algo más extravagantes, cuajados de color, tal y como mandan los imperativos del protocolo de vestimenta feriante, formaron parte de su colección flamenca para este 2018. Y si no mira como imagina este campo de margaritas para un mangas sin volantes, con el vuelo bastante subidito pero sólo hacia un lado, metiendo aquí, de nuevo, el amarillo para las enaguas. Pues las flamencas de María José Segura no son de las que optan por tonalidades en pastel.
Incluso en la sobriedad de tejidos en blanco y negro como éste, lo enciende con un vivo en amarillo intenso que, aunque ocupe poco espacio en el textil, es capaz de arrebatarte la mirada por mucho que intentes desviarla.
Entre estampado y estampado nos ofreció lunares en negro, sobre verde y sobre rojo, haciendo hueco a estos tonos básicos de armario feriante y que tan bien combinan con todo.
Par el rojo, prefirió un vuelo de capa que remataba el bajo del traje de flamenca con un sube y baja de volantito menudo, colocado para que decorara la falda en vertical.
Para el verde se apoderó del volumen, tan de moda entre las nuevas firmas, y se explayó sin límites, sabiendo equilibrar mangas y vuelo para no desequilibrar la visión en conjunto de este traje de flamenca, volviendo a jugar con el volanteo hacia arriba, tal y como a María José Segura le gusta.
Como has podido comprobar, entre sus diseños no se han visto siluetas sirena, tampoco talles altos plagados de volantes al hilo, ni trajes de flamenca de dos piezas, ni canasteros. Simplemente se ha ceñido a una década muy concreta de la moda flamenca que se está reviviendo en el albero feriante desde hace unos años. Para imaginarla, tan sólo le ha bastado cerrar los ojos y rodearse del tesoro textil encontrado. Así, María José Segura ha ido diseñando una a una sus nuevas propuestas flamencas.
Y no ha podido verte de otra manera ni imaginarte con otros patrones que no fueran setenteros, porque su pluma flamenca, se guiaba por los tejidos, y éstos se han expresado en esos vuelos característicos de entonces. Y todo desde Madrid, desde Claudio Coello número 51, su rincón de moda flamenca del cual pudimos contaros entonces sobre su ubicación y su inauguración hace ahora poco más de un año.
Imágenes para este artículo de Pepe Valenciano cedidas por María José Segura.