Encontrándome con una Vallillas de lo más reflexiva, en esta colección he visto como ha querido pararse con templanza, sin brusquedades y sin prisas, para mirar a su alrededor, algo más que de costumbre, y tomar aire, respirándolo, esta vez, de otra manera, con más calma, aprovechando cada soplo. Todo esto comienza en plena fase creativa de su nueva colección, extendiéndose hasta la presentación de la misma, porque hay circunstancias dulces que ni se planifican ni se eligen, simplemente ocurren y te dejas llevar.
Así es como Vallillas se ha amoldado a sus novedades, simultaneando el paladeo de ese ‘azucarado ahora’ del que disfruta, inspirador de toda su nueva colección Aníbal, a la par que imaginaba sus diseños y seleccionaba tejidos en sus viajes parisinos.
Una colección que ha supuesto la rememoración constante de ese ahora que ya es pasado, pero que vuelve a ser ahora, presente, para convertirse en un ahora venidero, en ese después eterno, que forma parte del futuro cíclico del que no quiere salir y así poder seguir deleitándose con esa dulzura inmediata y constante que comporta el significado de este adverbio temporal. El cual representa, también, una incertidumbre agradable y envolvente de los instantes que están por venir. Esa anhelada concatenación de ‘ahoras’, que no son más que una prolongación infinita del meloso instante vivido con el que encapricharse para siempre.
Este particular acopio temporal que está realizando Vallillas, le ha permitido ensalzar esos aspectos que pueden parecer menos destacables en su línea creativa y sin los que no puede definirse la idiosincracia de la marca. Este realce no ha ensombrecido su esencia unisex, todo lo contrario, le ha ayudado a explorar sin condiciones, profundizando en el color. Ese color Vallillas, ingrediente imprescindible que le define y que, aquí, ha maximizado en una plena expresión colorista espejo de toda aquella felicidad que siempre irradia la firma, aumentando, notablemente, en esta colección.
De ahí su preferencia por los tejidos wax, algodones africanos que se caracterizan por una gama cromática vibrante y unos estampados variopintos que ha sabido aprovechar bien. La riqueza en estampado y color de estos tejidos exóticos, le han permitido dibujar todo ese arociris de sensaciones positivas que alberga.
Batiburrillo de sentimientos que ha ordenado y enfocado, de manera armoniosa, para este selectivo abanico de propuestas que ha realizado, interprentándolos en prendas ligeras y flexibles que no limiten la libertad de movimientos. Y que han supuesto otra forma más de crear esa ambigüedad necesaria que gusta a Vallillas insuflar en todas sus prendas. Así son sus blusones, o camisas de largo XXL, que a veces funcionan como vestidos para chicas y a veces como maxi camisa para un multi bolsillos de chicos.
Los ha imaginado con mangas no son demasiado largas, de esas que se o se quedan a medio camino o se remangan. Estamos en verano y aunque sus propuestas suelen ser atemporales, en esta colección ha querido definir su estacionalidad.
Otra de las prendas protagonistas de esta colección han sido las bermudas. Las clásicas, de largo por encima de la rodilla, no más ancho de lo adecuado ni más estrecho tampoco, con un par de bolsillos parche de abertura diagonal y colocados en la parte delantera. Un clásico y básico del verano que, simplemente, encaja sin fisuras con la filosofía Vallillas.
A juego, por cierto, con chaqueta. Una de botones, en vez de cremallera, para esa particular interpretación que ha hecho la firma de la chaqueta biker o motera. Tendencia desde hace unas temporadas en toda tienda de moda y showroom que se precie y que ha querido integrar Vallillas en su colección. ¿Qué te parece su versión textil para este verano?
También ha incluido entre sus habituales chaquetas un par de diseños más clásicos, eso sí, todas, junto a la estilo biker, sin forrar para, así, aligerarlas, aportando el frescor que se necesita en estas fechas. Estos modelos más tradicionales, de cuello con y sin solapas estilo sastre, las hace suya y modifica, dándole otro aire que le permite dibujar un escote distinto para una indumentaria estrechamente relacionada con Vallillas y casi siempre presente en sus colecciones. Para Aníbal las mangas reduce su largo, casi tanto como el de los pantalones.
En todas sus propuestas ha incluído una mini colección de camisetas pintadas a mano, inspiradas en el estilo que le ha dado de corte africano, y que se integran con armonía en cada uno de sus desenfadados y vibrantes estilismos.
Admirada por cómo ha combinado distintos estampados, basándose en la similitud crómatica de éstos, Vallillas ha presentado una colección que viene a ser un ahora irrepetible, para rememorar una y otra vez y no olvidar nunca, pues el propio nombre de la misma, Aníbal, no lo permite. Puede que quizás sea mucho más personal que en otras ocasiones, pero su esencia, su grito de libertad, ha estado ahí y se ha hecho notar.
La claridad en estas propuestas de su preferencia por el color va ligada al alma de la firma. Porque la ebullición de esas arrebatadoras ganas de vivir la vida intensamente no puede controlarlas y necesita expresarlas, compartirlas. Y ha sido aquí, en ‘Aníbal’, donde se han palpado más que en colecciones anteriores, y, además, de una manera arrolladora. Consecuencia, todo ello, a ese ahora, pasado, que es presente, será futuro y volverá a ser pasado. Porque ese momento inolvidable, instante imborrable que quiere revivir una y otra vez, le empuja a contarlo con esa fuerza que le caracteriza para compartirlo con nosotros. No puede evitarlo, su generosidad le lleva a hacerlo así. Vallillas necesita hacernos partícipe de esa belleza que contempla, vive y respira cada día.
Y es un placer que lo haga. ¡¡Gracias Vallillas!! ¡¡Qué bonito es siempre contagiarse de tus deseos, encapricharse con tu manera de ver la vida y difrutarla con tus ojos en tus diseños polivalentes!! Porque el color, en Vallillas, se llama Aníbal.