De fachadas con rosales, la gran palmera, el cazo de corcho en la fuente, el olor a mastranto (una variedad de la menta) y azucenas, la alberca y las bañeras, por dejar aquí su larga lista de recuerdos, se impregnan sus costuras y volanteos. Y lo hace con rigurosa exactitud, pues su mente prodigiosa recuerda, con detalle, cada momento, que rememora y paladea de nuevo.
Son instantes que conserva intactos de un lugar al que se aferra y del que coge fuerza. Ella pertenece a él y de él sólo toma lo necesario: lo que cabe en el pensamiento, nunca pierdes y siempre está disponible. Y al que no quiere que toquen ni cambien.
Algo que, de cumplirse el destino, podrá perderse. Porque los proyectos del hombre a menudo no casan con los de la naturaleza. La posible instalación del mayor macro vertedero de residuos tóxicos del país a tan sólo un par de kilómetros de distancia, afectará a la flora y la fauna del lugar. Lo que dará lugar tanto la contaminación de las aguas, como las consecuencias que provocará en las actividades agrícolas y ganaderas.
Por ello destacaba en la primera línea de este artículo su fortaleza y actitud ante el desafío, usando tejidos para reivindicar su derecho a conservar sus raíces. Y, así, como ella misma dice ‘Salvar mi tierra de la barbarie’. Lo hace con crespón, seda, gasa, batista, viscosa y georgette, que al ser livianos y frescos, le permiten evocar el agua. Consiguiendo, con el movimiento del traje de flamenca, esa ondulación propia de la brisa cuando toca la superficie. Así de endulzados se mueven sus vuelos, que adoptan volumen con el organdí y el popelín, los clásicos en flamenca, para las enaguas.
Así es como un pico realizado en croché por su hermana Manuela Viato de Vera y para este diseño, se fleca de un solo nudo y se coloca al revés. Es más, consigue adueñarse de la sencillez de un traje de flamenca en tono neutro, con unas mangas francesas de volantes en cascada para el puño, sinónimo de elegancia, y cuyo vuelo dispone de volantes cortos para cada costura de este canastero comedido.
En el siguiente, en un tono también intenso, pero de tejidos adamascados con flores dispuestas de forma geométrica, el talle bajo da fruto en ese concepto de flamenca clásica para mantoncillo. Será un vuelo pañuelo ribeteado con encaje mini el que atraiga todas las miradas. A destacar cómo consigue, a pesar de la diferenciación de texturas, casar tonos y convertirlo en un traje monocromo.
Con ese aire de amazona rociera, se construye este otro estilismo de dos piezas. De blusa con escote de volantes y falda de batista clásica, pero en marrón chocolate con silueta sirena, los encajitos indican las costuras del volantito canastero, con un largo acaricia tobillos y aupado con enaguas.
Llegado el momento del empleo del lunar, la opción tamaño lenteja se prodiga por todo el traje de flamenca, haciendo ese efecto en el que el negro de fondo parece tener un ligero sonrojado que cambia, por completo, el concepto final del traje. Y todo en un traje de flamenca de escote uve, largo de manga francesa y talle de volantes al hilo. Eso sí, no es un corte de los 90, sino más bien de los 80 por el trío de volantes de tamaño L que se plantean como dobles, por lo que sobre el sencillo reposa otro zigzagueante con caída dulce y coqueta.
El gusto por el rizado pequeño y colocado en cascada para evocar el agua, se hace evidente cuando los sitúa en el borde de la manga, se alargan haciendo efecto lazada y los entremete también en el vuelo, dando lugar a contrastes, no sólo en los estampados y el color, sino en el tipo de volantes. Pues deja que los colocados en paralelo se armonicen con los que suben y bajan por caderas y los que se configuran a modo pañuelo. Viene a ser como la caída del agua en la fuente o el flujo de ésta en un río.
En cuanto a la estética del diseño, es un traje de flamenca clásico cuajado de movimientos que pertenecen a líneas creativas del XXI, de la flamenca actualizada, contrarrestando al imperio del volante XXL, que últimamente parecía estar imponiéndose en colecciones. No es el caso de Laura Viato. Al menos de momento.
Las tendencias de los 70 también están presentes en su colección y en diseños como este, de lunar negro sobre rojo, aunque el vuelo sea algo más comedido que entonces. Su estilo pide mantoncillo, que entra en el estilismo de flamenca con fleco de largo tradicional y bordado en estampado floral multicolor.
Continuando con los rojizos, imagina un liso de talle alto y volantes pañuelo de gran tamaño, en un vuelo de línea A, muy común en flamenca, cuyas mangas, sumadas a los volantes, cubren hasta muñecas. Este diseño clásico, elegante y atemporal, es el perfecto básico de armario feriante por ese don de incombustible en este tipo de trajes de flamenca.
Del mismo tejido diseña el perfecto estilismo para feria de noche que, de cambiarle los complementos, lo convierten en un diseño de fiesta. Las mangas de capa se culminan en volantito pequeño y se alargan hasta el tamaño tres cuartos. El escote sigue siendo en uve, pero se abre y el vuelo se recoge hasta esa cantidad justa deseable, que coloca, desde caderas, con volantitos como si quisieran marcar las costuras de un canastero. Todo un deleite para la vista bastante diferenciador y funcional que cerraba su primer desfile en pasarela.
Y en el que ha sabido ‘bien representar’ su historia, la que quiere cuidar y preservar. Por tanto, el lugar que quiere proteger y defender, pues es aquello que sin ser suyo, le pertenece. Laura Viato quiere seguir recogiendo moras de zarza y lavarlas en la fuente para una improvisada merienda, pasar por el huerto de su tío Fernando y pedirle que le llene la bolsa de lechugas culo de rana, cebollas y tomates corazón de toro. Quiere acercarse por las bodegas de su padre e inspirar profundamente ese característico olor a cítricos, mosto, uvas blanca y violácea a la espera de ser pisadas.
Laura Viato sólo quiere seguir sumando momentos, como únicos e irrepetibles que son, y que vayan formando parte de la historia de su vida. Porque Los Baños del Moral son sus Aromas y es su agua, sin olor ni sabor, pero fundamental para seguir creando vivencias, historias y tiempo. Porque Laura Viato tiene derecho a descubrir los Aromas de su futuro y nosotros a que nos los muestre.