Ya acostumbradas a su exquisitez victoriana, Ángela y Adela reinventan el vintage flamenco, bebiendo de la flamenca costumbrista para mostrarnos otra manera de vestirse con sabor antigüo. Así, toman de ella los talles altos, las faldas María de la O y los tejidos de caida dulce, siendo éstos ya bastante habituales en sus colecciones junto a la batista perforada, el guipur y bordados de anticuario.
De esta manera, en sus ‘Musas del Sur’ se multiplican los vuelos despegados desde las caderas, invadiendo, prácticamente, toda la colección. Pues no nos han faltado los estilismos flamencos de talles bajos, muy bajos, por cierto, en esta temporada.
Y así, con esa facilidad que les caracteriza, recrean sus flamencas del XIX, ésas que se paseaban por El Prado y que se asomaban apoyadas sobre las barandillas art decó de las casetas de El Real de La Feria o ésas otras que ya pintara Sorolla en ‘El baile’ a comienzos del XX, que bailaban de patio en patio con ese refinamiento y encanto propios de la coquetería femenina. Teniendo estas pinceladas como referente, es fácil imaginar que para esta temporada 2018 han primado los vuelos que parecen albergar más metros de tejido, aunque que realmente no es así, tal y como me aclararan desde la propia firma, dado que lo único que han hecho es subir el talle, lo cual ha propiciado ese efecto visual.
Para ello, han empleado patronajes con cortes a lo Shingo Sato, vaya, con oblicuidades y formas geométricas que se unen como un puzzle de piezas que van abriendo el vuelo, creando también una nueva manera de formar el vuelo evasé. Con un traje así comenzaba su desfile, con un aparente sencillo traje de flamenca moteado en negro sobre lino de azul grisáceo, de manguita francesa y mantoncillo bordado al tono. Éste último otra novedad más a sumar en esta colección, pues no suelen ser habituales entre sus complementos de flamenca.
Con un patronaje más sencillo y también con menos envergadura de volantes, su silueta evasé se remata en un vuelo con una disposición de textiles fruncidos adoptando forma semicurvada, con una funcionalidad decorativa sobre otro volante al hilo.
En el ramillete de trajes de flamenca lunarados que mostraron en pasarela, un clásico de los que encajan a la perfección entre los cánones de las flamencas de siempre, combinándose el bicolor básico y elegante, negro y blanco, haciendo que lunares simétricos y flores liberty contrasten con sutileza.
O este otro, en el que el mantoncillo se apropia del lugar que merece, cruzándose en el talle para acentuar cintura en un traje de flamenca canastero algo más XXL que de costumbre, pasando a engrosar mi lista de favoritos de la temporada. ¡¡Qué bonito disfrutar de resultados como éste!! En el que la falda se cuaja de volantes verticales en ese mix and match que tan bien dominan Ángela y Adela.
Para las mangas la diversidad de estilo se fundamenta en su manera de enriquecerlas. Tanto te topas con flamencas de mangas de capa, largas hasta las muñecas, como pequeñitas y comedidas, al hilo y fruncidas en un largo afrancesado que no hace más que aportar coquetería romántica al estilismo flamenco y estampado.
Entre los tejidos favoritos de la firma se encuentra la batista, de la que extraen esa dulzura e inociencia que buscan para sus diseños. En éste en concreto se ha mezclado con otras texturas textiles, creando un traje de flamenca de los que se postulan cómodos para casetas pequeñas. Eso significa libertad absoluta de movimiento, sin desplazar contigo ninguna silla y/o mesa… Eso sí, no deja de evocarme, cuando lo miro, ese glamour característico de otros estilos de moda, pero traído a la flamenca. Vaya, que quizás en tejidos más nocturnos bien podría ser un traje de gala. De lo que no hay duda, es que resulta perfecto para quien no se ha enfundado aún un traje de flamenca, pero quiere sentir esos aires de volantes y lunares sin que le pesen.
En este otro diseño, me encuentro con un estampado que no es precisamente de los que yo habría adjudicado a la firma. Si me hubieran preguntado habría dicho que no es del gusto de ellas, pero.. ¡¡Mira qué bien está equivocarse!! Negro con rosas gigantes en amarillo, un textil, a priori, anti Ángela y Adela, les ha conquistado lo suficiente para crear esta flamenca setentera, de diez y sin detalles mejorables. Totalmente sorprendida, vuelven a demostrarme, una vez más, que nada escapa de su estilo ni se resiste a su aguja flamenca cuando cae en sus manos.
Del resto de la colección quiero presentaros un trío de trajes que me han llamado bastante la atención entre sus musas sureñas. Dos de ellos versan en el tono que ha acaparado gran parte de sus creaciones. Se trata del ala de mosca, que no es más que un gris semitransparente, rozando el color plata azulado.
He escogido éste que lo representa bastante bien, en un tejido en el que se juega con lunares de distintos tamaños colocados en franjas longitudinales que sesean, formando un curioso cóctel geométrico. El talle, colocado al estilo de las flamencas de los años 30 y 40, termina donde comienza el vuelo, hacia la mitad de la cadera, terminando con un solo volante, como en los 70.
El otro traje de flamenca, también se desprende de la piel a la misma altura, dibujando un canastero que mezcla a modo damero, lunares, estampados y flores diminutas en ese sinfín salteado con el que se deleitan Ángela y Adela. Introduciendo rosa bebé entre los negros y blancos de este vestido de flamenca, añadiendo el buganvilla intenso en el flecado del mantón, que se estampa en otra variedad de flor algo más grande, para esa mezcolanza que orquestan en dulce equilibrio, sin contrastes estridentes, y que siempre resulta agradable.
El otro se tiñe de índigo y se construye con doble pieza, una el traje de flamenca en sí y otras dos que suaman la sobrefalda y el que puede ser que llamado ‘sobretalle’. Ambos tejidos poseen lunares, pero dispuestos de diferente manera, lo que propicia que la seda semitransparente duplique el moteado y transforme ese tintado, que ya ha sido redefinido en tono antes de ser traje de flamenca, pues suelen colorear a su antojo los tejidos para conseguir el resultado que anhelan.
Para las mangas no se utiliza este doble juego, pero se simultanean ambos tejidos en el volante del puño. Sea como fuera, a mis ojos es todo un capricho flamenco, una joya ‘volanteada’ de las que llevan la etiqueta ‘herencia’ por su singularidad y atemporalidad, propiciada por la calidad de tejidos y exclusividad del diseño.
Flores, pendientes y peinecillos para flamencas vintage
Respecto a la manera en la que este año han decorado cabezas, observa como siguen el axioma ‘menos es más’. Dejan el cabello suelto, ondulado suavemente, y dispersando sobre él pequeños ramitos de paniculatas, reservando arriba espacio para dos o tres rosas de tamaño mediano, tirando a grande, eso sí, en el tono ala de mosca, que ayuda, más de lo que imaginas, a que en el estilismo flamenco destaque el traje. Pues, recuerda, que un traje de flamenca siempre debe defenderse por sí sólo, sin necesidad de exornos sobresalientes que aparten la vista de los volantes.
Los pendientes también se han aumentado de tamaño, al igual que los peinecillos, pero han conseguido unirse a esa cruzada de las flores grises para también pasar inadvertidos entre los cabellos de estas musas del Sur.
Y visto todo, ¿realmente Ángela y Adela han conseguido reinventar el vintage flamenco? Se dice a menudo que en moda que está todo inventado, que ya no es posible aportar novedades, pues todo ha sido creado anteriormente. Pero, ¿y el estilo? ¿Ocurre igual? Se pronuncia aquello de ‘estilo propio’, concepto que acoge ese compendio de diferentes ingredientes que dan, como resultado, una elegancia única e irrepetible. Por lo que, ¿es posible entonces innovar en estilo? Te invito a reflexionar y que saques tus propias conclusiones y te expongo la mía.
El caso es que Ángela y Adela han conseguido aportar novedades de estilo esta temporada, pues han removido los cimientos del suyo propio, añadiendo otra manera diferente de vestir flamencas, tomando para sí ingenios textiles que otros ya crearon antes, pero expresándolos a su manera. De hecho, en esta colección, han dejado en segundo plano sus figuras estilizadas y dibujadas en talles bajos, para recrearse en otros más altos y con más vuelo, e inspirar así su nueva colección sin perder el encanto personal en su estilo, en su manera de hacer flamenca. Es justo ahí donde radica la el estilo, en lo inimitable y excluivo, dícese también difícil de copiar y que coloca el acento en lo diferente.
Por eso, sus ‘Musas del Sur’ han logrado renovar el vintage flamenco, algo más agitanado que de costumbre, pero sin perder sus tintes victorianos y afrancesados que tanto glamour suman a sus estilismos flamencos. Esta vez reina el volumen, el lunar y los cortes damero en tejidos con cuerpo, sin hacerle sombra a esos otros de caída dulce que tanto adoran. Su eterno vuelo ajustado a las caderas para abrirse en nesgas hacia los volantes y sus superposiciones de tejidos, junto a otras tantas combinaciones en forma de puzzle para los fruncidos al aire, tampoco han faltado entre sus diseños, manteniendo la esencia de la firma. ¡¡Gracias Ángela y Adela por imaginarnos de nuevo con otros ojos!! ¿Y tú? ¿Cómo te imaginas? ¿Serás Musa del Sur esta primavera 2018?