Celebrar 25 años haciendo moda flamenca, con un total de 42 trajes de flamenca sobre pasarela, es poner un broche de oro a esta etapa inicial de La Giraldilla que ya deja paso a la siguiente.
Tal es su pequeña revolución que no duda en hacer algo único coincidiendo con el V Centenario de Elio Antonio de Nebrija, creando una colección flamenca inspirada en su figura, uniéndose así a los actos y distintas iniciativas en torno al acontecimiento. Como la de José Valencia, cantaor flamenco que dará voz a los versos en latín de este humanista en el espectáculo Nebrissensis, presentado en la Bienal Flamenca de Sevilla.
La casualidad histórica hace que, igual que se cumplen 500 años de la muerte del autor de la Gramática española, también es el año en que se ya cuenta La Giraldilla con un cuarto de siglo de vida, por lo que, siendo natural de Lebrija, bautizar su nueva colección aniversario como Nebrija Flamenca era lo esperado.
Un total de 42 diseños, que hacen un extenso y detallado recorrido de los que han sido estas temporadas para la firma, se han presentado en pasarela, en los que el cambio de generación queda patente, pues se configura en distintos estilos de flamenca, versados siempre en las normas de la flamenca clásica.
Arrancaba su desfile con la línea romera, en la que el gusto por el lunar y volante pequeño se deja ver desde el primer momento con este dúo en blanco y negro con la clásica pañoleta sobre una soberbia blusa de mangas corsario que no hace más que resaltar los pequeños vuelos de la falda.
Volantes que se repiten para la básica bata rociera roja de lunar pequeño blanco, que se cruzan en el talle y abrazan la silueta o forman, superpuestos en capas, el escote de un cuerpo para falda de carruchas en vuelo y bolsillos con un aire, quizás, un tanto más de flamenca urbanita.
Pinceladas de una amplia colección romera que muestran la línea creativa de la firma, con diseños fluidos y cómodos, sin demasiada arquitectura textil y enfocada hacia la versatilidad de sus prendas, pudiendo verse en distintos entornos un mismo diseño.
Y de la arena del camino al albero feriante, con diseños que de volumen generoso orquestado en enaguas que, descaradamente, quedan a la vista en este vuelo de corte al bies para un diseño que no precisa de elemento flecado para completarse. Y que disfruta de ese aire vintage, más bien victoriano, con mangas jamón en su acepción clásica de tejido fruncido para hombreras.
Sin dejar de lado esos cortes que ajustan talle hasta casi rodillas y abren para unos cuantos de volantes con cuerpo. Combinados con mantoncillo, sí o sí, ya sea o no bordado, pues el escote pide que sean flecos los que le acompañen en el movimiento y que sea el lazo el que abroche, tal y como mandan las tendencias de temporada.
Algún que otro estampado también se cuela entre sus diseños, pues imagina tantas flamencas como pueden existir. Por lo que no le faltan entre sus volantes las mangas globo y las tipo jamón, además de los cinturones con hebilla, que aquí marcan cintura y agarran mantoncillo.
De un rojo intenso a un frío y suave como el lila. Otro tono tendencia para el que escoge lunar blanco y tiras bordadas que, por sí solas, protagonizan el diseño con derecho propio, pues me da que el trabajo textil ha debido ser descomunal. Así pues, una verdadera joya canastera de manguita corta también canastera, por supuesto.
El blanco, una de las fuertes presencias tonales de pasarela esta temporada, también tiene cabida en su colección. Endulzado aquí por la propia sencillez del diseño, se cubre con mantoncillo de flecos extra largos con ese toque elegante y distinguido que siempre aporta este complemento. Elemento que se acorta, de manera oportuna, para este otro de vuelo de capa desde caderas, ése al que tildan de setentero. Creando así un diseño tan apetecible como heredable.
Para el cierre del desfile, no sólo reservó La Giraldilla sus propuestas más vanguardistas, sino alguna que otra flamenca nocturna. Y lo hacía en ónix y tinto. El primero para volantes y el segundo tono para el mantoncillo obligado de flamenca clásica, todo conformando un talle años 90 con ese ramillete rociero, típico de entonces y que parece que vuelve.
Tras este aperitivo para la Feria de noche, llega el final de su desfile con una pasarela se iluminada en tonos vitamina. Así pudieron verse desde el verde wasabi, al fresa chillón, sin olvidar el amarillo fluorescente, creando talles ceñidos tanto a las tendencias, como a la flamenca actualizada. En rojo vitaminado, de esos que irradian con fuerza, deja que se tinten taitantos volantes pequeños desde cintura, abriéndose hasta el suelo para dejar que uno de mayor tamaño se encargue de rizarse hacia arriba. Y sólo así asome el wasabi de las enaguas de tul, justo el color que necesita este diseño.
Tras él, otro ácido, el limón, de corte clásico setentero y mantoncillo bordado sobre negro en esos flecos largos, tal y como prefiere la firma. Anticipo de ese otro cítrico, el mandarina empolvado que Beni Romero escoge para acentuar con aplicaciones en guipur que realzan la elegancia de esta flamenca atípica y sencilla creada en corte imperio.
Los 25 años en moda flamenca de La Giraldilla se corresponden con las décadas más cambiantes del sector, en el que el dominio de un solo tipo de traje de flamenca ha dejado paso a tanta variedad y estilos como gustos y preferencias personales. Tanto es así, que la propia firma nos lleva, a lo largo de su presentación en Pasarela Flamenca Jerez, de un extremo a otro de manera constante. Algo que traslada incluso a su línea de complementos, que también pudo verse en su colección de aniversario Nebrija Flamenca.